Santa Fe. - Los santafesinos continúan perdiendo símbolos, en este caso ayer se conoció el cierre de la fábrica de alfajores Merengo, una de las marcas que ha dado identidad a la ciudad. Desde 1851 su producto artesanal se convirtió en una de las tradiciones que los capitalinos exhibieron orgullosos por años dentro y fuera de Santa Fe y que ahora se convierte en otra de las tantas empresas que caen víctimas de la brutal recesión que azota a las economías regionales.
La fábrica Merengo desde hace algo más de un año se encontraba en concurso preventivo, siendo su deuda más voluminosa con la Afip, y precisamente al no llegar a un acuerdo con el organismo impositivo nacional (las otras deudas eran manejables), el Juzgado en lo Civil y Comercial de la 5ª Nominación decretó su quiebra y su posterior cierre, cuando se aprestaba a cumplir 150 años.
Merengo, a pesar de su reconocida vigencia y calidad, fue otro de los tantos emprendimientos productivos que no pudo resistir la crisis. Aun teniendo en cuenta los ajustes -de 60 empleados se fueron reduciendo a 16-, la crisis del mercado lo llevaron a una reducción de la producción de entre un 50 a un 60 por ciento y concluyeron en su definitivo cierre.
Vale la pena destacar que en este caso el cierre de la empresa no concluye con empleados pobres y empresarios ricos, ya que los hermanos Hipólito, Claudio y Mauricio Montemurro, propietarios de la firma, terminaron perdiendo no sólo la marca que identifica al producto, el inmueble donde estaba la fábrica -General López frente a la plaza 25 de Mayo- en el casco histórico de la ciudad, y también quedaron comprometidos sus bienes personales.
Producto artesanal
El alfajor Merengo nació en 1851, a dos años de que se sancionara la Constitución nacional en Santa Fe. Hermenegildo Zuviría comenzó a vender en su pequeña almacén de San Jerónimo y 3 de Febrero, el artesanal producto realizado por las virtuosas manos de mujeres, y que con el correr de los años se convertirían en una de las tradiciones por excelencia de la ciudad Garay como que su figura nunca estaba ausente de los folletos turísticos.
Los hermanos Montemurro le adquirieron la empresa a descendientes Zuviría y se transformaron en propietarios de la firma en 1951, pudiéndose observar el tradicional alfajor Merengo en toda delegación que viajara al exterior como un símbolo tradicional y auténticamente santafesino en materia de turismo.
Actualmente los trabajadores que se mantenían en la empresa tenían una deuda de tres meses de salarios y aguinaldo, y durante el último vía crucis de la empresa sufrieron rebajas salariales ya que la producción mensual se redujo a casi la mitad.
Los trabajadores-algunos con 40 años como operarios- que deberán esperar a lo que suceda con la quiebra para ver si pueden cobrar algo, se quejaban ayer de que jamás recibieron un apoyo de las entidades sindicales, como la de confiteros o la de comercio.
De todas maneras habría que sumar que a la ausencia de solidaridad sindical habría que agregar una absoluta indiferencia de la sociedad santafesina, de la cual -como en el caso de entidades empresariales o comerciales- no partió ni siquiera una mínima señal de apoyo para otro de los símbolos de la ciudad que ahora se pierde.