La reunión convocada por la UOM para evaluar la crisis de Acíndar y de la industria siderúrgica se convirtió también en una tribuna propicia para disparar contra el gobierno nacional, cuyo accionar fue vapuleado por legisladores propios y extraños. El diputado nacional Rubén Giustiniani aseguró que el país "está en un estado límite" y enfatizó: "Estamos tocando fondo y las urnas se expresaron rotundamente por un cambio de rumbo". El diputado y senador electo Oscar Lamberto se pronunció por la necesidad de "refundar el Estado e implementar otra relación con los acreedores", y afirmó: "Si seguimos pagando la deuda (externa) no hay posibilidad de crecimiento". Héctor Cavallero fue más contundente: "Hay que decirles (a los acreedores) que no vamos a pagar los 11.600 millones (que vencen en 2002), y que sólo pagaremos 4.500, que es lo que tenemos".
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