Año CXXXIV
 Nº 49.279
Rosario,
miércoles  24 de
octubre de 2001
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Opinion
El miedo de los autoritarios

Ricardo Petunchi

Los dirigentes de Coad suponen que ellos han sido ungidos para establecer cuál es el único camino que se debe transitar en defensa de la educación pública. Y propusieron una sola línea de acción, taxativa y excluyente: el paro y la confrontación, herramientas legítimas pero que no son la verdad revelada y, por lo tanto, no siempre resultan las más adecuadas. Especialmente cuando del otro lado hay miles de padres esperando que se les explique cómo compatibilizar sus deseos de acompañar este reclamo con la amenaza de que sus hijos pierdan el año.
Coad se encargó, además, de desacreditar a todos aquellos que plantearon caminos de lucha alternativos, sin importarle que el objetivo final fuese también la oposición al ajuste salvaje en la educación.
Primero atacó al rector Ricardo Suárez cuando éste cuestionó el paro como única vía de protesta; después, acusó a los dirigentes estudiantiles de no comprometerse en la lucha cuando una encuesta entre el alumnado arrojó un abrumador cuestionamiento a sus reiterados paros y, finalmente, concretó un escrache tan autoritario como intolerante al profesor Hugo Quiroga porque se atrevió a proponer un debate en torno al futuro de la Universidad.
Incapaz de generar políticas de consenso y propuestas superadoras, la Coad eligió siempre en este conflicto el camino más corto. Es mucho más complicado generar acuerdos y políticas comunes. Pero hay veces que el camino más corto no lleva a ningún lado.
El resultado es elocuente. Coad se fue aislando del resto de la comunidad educativa y, lo que es más grave, de la sociedad. Es un gran error creer que un gremio puede dar solo esta pelea. La educación pública en este país sólo tiene futuro si la sociedad toma esta causa como propia.
Los dirigentes de Coad, en definitiva, tienen mucho miedo. Miedo a sentarse frente a los padres y a exponer sus argumentos para sumarlos a la lucha; miedo a debatir con alumnos, docentes y autoridades de la UNR; miedo a escuchar y, básicamente, miedo a pensar otras salidas para la crisis.
Por eso Coad se quedó sola. Y porque aislándose y fragmentando la resistencia, ha sido funcional al gobierno y al recorte.
Escracharon a Quiroga. Pero ahora tienen un problema. No van a poder escrachar a miles de alumnos, docentes y padres que quieren debatir ideas. Ellos también defienden la educación pública. Sólo que Coad no puede verlo.


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