"Hay que tender a la homogeneidad para que todo el mundo acceda a un nivel medio de atención y tenga la misma cobertura médica. Los argentinos tienen prestaciones diez veces más altas que en otros países, pero esto no sirve porque no todos pueden acceder", sostuvo el secretario del Consejo Federal de Salud (Confesalud) e integrante de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Rosario, Roberto Villavicencio. El médico y dirigente habló de la ineficiencia e inequidad del modelo de salud argentino en cuanto a los elevados porcentajes de algunos indicadores (como mortalidad maternal e infantil) que se dan en la población con menos oportunidades, lo que marca el grado de "asimetría" con otros estratos sociales.
Para el empresario existen diversas razones para entender la crisis y el colapso en el sistema de salud, entre ellas las prestaciones cautivas que tienen el Estado y las obras sociales. Insistió con una nueva "normatización" en ese sentido y no quiso hablar de "desregulación" porque "cuando se intentó algo en esos términos se lo hizo mal".
Villavicencio participó este mes del Segundo Congreso Internacional de Salud que tuvo lugar en Montevideo. Con otros referentes del Mercosur llegaron a un acuerdo mínimo sobre la necesidad de tender a la homogeneización de la atención médica. "Hay que planificar en forma universal y que todo el mundo tenga acceso a todo", apuntó. También consensuaron en que hay que adecuar los valores de los medicamentos, debido a los "altos costos" que se pagan.
Un apartado mereció la cantidad de médicos en Argentina. "Sobra la mitad, hoy hay un profesional cada 300 habitantes cuando debería haber uno cada 600, y encima deberían tener una formación más generalista y con posgrados más rigurosos y tutelados", añadió.
"El país gasta poco en relación a los países del primer mundo y muy parecido a las otras naciones latinoamericanas, pero distribuye pésimo", sintetizó Villavicencio. Argentina destinó un 8 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) a la salud en 1997, algo muy similar a Uruguay (10 %) y Chile (6 %).
Lo grave es que el índice de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos es del 20,9 en Argentina, el doble que en Chile (11,1 º/ºº) y superior a Uruguay (17,5 º/ºº). Es aún peor con respecto a la mortalidad materna: 44 por cada 100 mil nacidos vivos, contra un 25 de las trasandinas y 19 de las uruguayas.
Esto tiene que ver además con la falta de acceso a cuestiones de la asistencia social (agua potable, servicios sanitarios, educación), más que con la atención médica o el hecho de curar enfermedades. "En esto también existen enormes diferencias en la asignación de los presupuestos", planteó.
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La Ciudad
