Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
lunes  22 de
octubre de 2001
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Domingo Matheu: un barrio de paso entre el centro y el sur
Se destaca por sus árboles y calles angostas. La crisis emparejó las diferencias sociales. Típica vida de barrio

Sergio Roulier

Domingo Matheu es un barrio de paso entre el centro y el sur de la ciudad. Su perfil social se ha emparejado en los últimos años, siempre para abajo. Tiene un sector de villa de emergencia y sobre una ex lonja ferroviaria hay casas humildes y una cooperativa de vivienda. Es una zona de residencia, aunque por ahí se ven galpones o pequeños emprendimientos, pero son los menos. La arteria comercial es el bulevar Seguí, muy alicaída y con un recambio de negocios que apuesta a los más chicos. La vida es bien de barrio y las instituciones tienen una incidencia muy fuerte en la franja más tradicional. Sus calles son muy arboladas y con poco tránsito. A pesar de estar a diez minutos del microcentro, se ven zanjas a cielo abierto, y es necesario el pavimento definitivo y la renovación del alumbrado público, que ya resulta viejo.
El barrio se levanta a partir de Seguí, entre San Martín y Oroño. El límite norte es discutible ya que la jurisdicción de la vecinal Domingo Matheu llega hasta Ayolas. En el sur no hay dudas, Ameghino lo separa de La Guardia.
Los vecinos coinciden en que antes la población se dividía entre "los de la villa, la clase media y los acomodados". Hoy, las diferencias ya no son tan marcadas. En las calles se encuentran todo tipo de construcciones y el sector más carenciado ha crecido. Un dato revelador son los más de mil pacientes que se atienden al mes en el dispensario vecinal.
El sector más vulnerable es la villa. Viven cientos de personas entre el barro y la basura. La distribución de las viviendas fue organizada por el Plan Lote, pero las carencias son muchas. La historia de muchos es similar a la de José Landriel: santiagueño, ex empleado metalúrgico, desocupado y con familia numerosa.
Por muchos años, la villa se extendió por la lonja ferroviaria (hoy, calle Biedma), pero el Plan Arraigo reubicó a 128 familias en un complejo habitacional fuera del barrio. Aún quedan veinte grupos que están asentados sobre Presidente Roca.
Los que también progresaron fueron los que están radicados cerca de Sarmiento, también sobre Biedma. Constituyeron una cooperativa de vivienda y levantaron 37 casas. Domingo Herrera, uno de los impulsores del proyecto, está dispuesto a dar pelea para conseguir la apertura definitiva de Biedma y llevar el gas natural.
El corazón del barrio está por Corrientes, Mitre y Entre Ríos, sobre las que pasa el transporte público con una frecuencia "bastante mala", según el vecindario.
Las instituciones son protagonistas. La vecinal es un hervidero por el centro de salud, el club Olímpico es el lugar que eligen chicos y grandes para la práctica de deportes, y los jubilados tienen varios centros con distintas actividades.
Lo angosto y arbolado de sus calles, el poco tránsito (y en especial en las cuadras que van de este a oeste, o viceversa), la cantidad de cortadas y la sucesión de viviendas particulares hacen que la vida sea bien de barrio, tal como la califican sus habitantes. Se conocen todos y todos saben de la vida del otro. Clotilde, que trabaja en los consultorios vecinales, es una buena fuente de información sobre las actividades sociales de la zona. El baile que se organiza todos los meses en el centro checoslovaco es el evento con mayor convocatoria barrial.
"Es un barrio de paso hacia el centro o el sur", define la joven Mariela García. Un lugar que se esconde detrás de los bulevares, quizás un poco olvidado, a pesar de estar "a 10 minutos del centro". Susana Martin, de la vecinal, dice que hay 124 cuadras con zanjas. Y el sistema del alumbrado público tiene todavía el tendido que cruza las calles.
Para colmo Seguí está decaído. Lo más nuevo son las columnas de la luz. En el cantero central se arrojan residuos, no se puede ampliar y no se usa como paseo. Faltan semáforos en las esquinas. Los grandes comercios están desapareciendo y aparecen negocios chicos como quioscos y granjas. Don Ortiz, empleado de una mueblería, cuenta que "ya no es como antes". En este sector, la crisis parece golpear más fuerte.



Los árboles y el silencio, dos marcas del barrio Matheu.
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