Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
domingo  21 de
octubre de 2001
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Malabares y estrategias para soportar la difícil decisión de dejar el pucho
El 35 por ciento de los rosarinos leerá esta nota mientras se fuma un cigarrillo
Los expertos dicen que 4 de cada 10 personas concluyen con éxito los programas de un año para abandonar el vicio

Silvina Dezorzi

El 35 por ciento de los rosarinos son fumadores, un porcentaje similar al que se maneja a nivel nacional. Pero en el país se está dando una paradoja: mientras aumenta la cantidad de consumidores de tabaco (en siete años se pasó del 35 al 39 por ciento), cada vez más gente busca ayuda para dejar de fumar. Ese pedido de auxilio constituye todo un desafío porque los especialistas admiten que una vez instalada la adicción es difícil superarla, aunque hay quienes lo logran. Pese a que hay una amplia batería de estrategias para resistir al cigarrillo, ninguna viene con garantía. Acupuntura, láser, parches nicotínicos, chicles, medicamentos antidepresivos, terapias grupales e individuales, tratamientos con internación, ciclos de charlas y hasta hipnosis aparecen como alternativas. Sin embargo, los médicos dicen que lo más efectivo es participar de un programa donde se establezcan etapas, estrategias y un estricto control. Aun así, el éxito de los intentos no suele superar el 40 por ciento y rara vez se consigue desde la primera vez.
Lo primero que aclaran los especialistas es que no existe elixir, vacuna, magia ni tratamiento que genere un rechazo automático al tabaco. La condición sine qua non para abandonar el cigarrillo es haber tomado la decisión. Después vendrán las alternativas para ayudar a sostenerla.
Según explican desde el Programa de Cesación del Hábito de Fumar del Instituto Cardiovascular Rosario (ICR), en toda la bibliografía sobre el tema se admite que raramente el éxito de los intentos con un programa supera, al año de iniciado, el 40 por ciento. Bien mirado, tampoco parece desalentador.

Más de una vez
Un mecanismo psicológico estudiado en fumadores es la recurrencia del deseo de dejar el cigarrillo. Los intentos para lograrlo, sin embargo, no suelen ser eficaces desde la primera vez.
Una encuesta realizada por el equipo del programa en el Hospital Centenario, por ejemplo, demostró que el 74 por ciento de los fumadores deseaba dejar el pucho y que el 65 ya lo había intentado alguna vez. Pero estos viciosos mostraron su trampa: más de la mitad dijo querer participar de un programa; cuando se les ofreció, sólo dio el presente el 5 por ciento.
Quizá haya pocos planes que autoproclamen más éxitos que los del Centro Adventista de Vida Sana, dentro del Sanatorio Adventista del Plata, en Entre Ríos. Sus responsables no titubean: esgrimen que el porcentaje de recuperados después de permanecer internados entre 7 y 10 días ronda el 85 por ciento.
Sin embargo, pacientes que salieron de la también llamada Clínica Puiggari dicen que la estadística que se maneja intramuros es mucho menor, del orden del 40 por ciento después de un año. El plan completo, incluyendo toda la atención médica, los chequeos y la estadía, no cuesta poco: unos 1.200 pesos.
Pero los adventistas también tienen en cuenta a los menos pudientes. A pedido de entidades públicas y privadas, ofrecen cursos gratuitos de cinco días, con charlas, testimonios y videos que buscan disuadir a los fumadores.
También están los cursos que ofrece el departamento antitabáquico de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec). Su objetivo apunta a concientizar al fumador y luego provocar su reacción en base a la reflexión y el apoyo grupal, a lo largo de ocho sesiones dirigidas por psicólogos, médicos y fisioterapeutas. Los cursos salen 30 pesos y hay becas para personas carenciadas.
Otra entidad que trabaja con la adicción al tabaco es la Red Terapéutica, donde se ofrece un programa a cargo de psicólogos, médicos y profesores de educación física. El abordaje que propone es interdisciplinario, con tres etapas de 10 reuniones grupales según el grado de abstención que los pacientes vayan logrando. Las charlas sensibilizadoras (el primer martes de cada mes) son gratuitas, y el programa cuesta entre 40 y 50 pesos por etapa, con un total de 140.
También existen médicos que trabajan desde abordajes holísticos o gestálticos, con más hincapié en las causas de la adicción que en sus efectos sintomáticos. Algunos especialistas de este paradigma incluyen la acupuntura y la homeopatía como herramientas complementarias.
Parches y chicles con nicotina, láser y una droga llamada bupropión son otras armas de apoyo para futuros ex fumadores. Ninguna, sin embargo, tan efectiva como el deseo, con el apoyo de esa rara avis que se conoce como voluntad.



Un rasgo típico del fumador es querer dejar de fumar.
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