Año CXXXIV
 Nº 49.272
Rosario,
miércoles  17 de
octubre de 2001
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Aniversario del nacimiento oficial de la teledifusión argentina
Cómo fue la primera transmisión de TV realizada hace 50 años
El director Francisco "Pancho" Guerrero recordó el histórico 17 de octubre de 1951

Orlando Verna

Fue un experimento de los años 30 en las galerías Güemes de Buenos Aires. Se sabe que en 1942 los hermanos Grinberg hacían televisión desde la tienda Harrod's de calle Florida y en el 44, Eduardo, su padre, completó dos transmisiones más. Pero el gran debut de la televisión argentina se produciría el 17 de octubre de 1951, un día húmedo de unos 20 grados que había amanecido con lluvia. Los preparativos para el Día de la Lealtad peronista tenían ribetes especiales. Evita Perón, mortalmente enferma, hablaría a la multitud reunida en Plaza de Mayo. Hasta allí llegaron temprano Jaime Yankelevich, su hijo Samuel, y un grupo de pioneros cargando cajas con extraños aparatos: cámaras, cables y válvulas. Ubicaron pacientemente un camión de exteriores e hicieron historia.
Allí estaba Francisco "Pancho" Guerrero, un rosarino instalado en Capital Federal que se enredó casi de casualidad en este medio siglo de imágenes como director, productor y dueño de Canal 11. Caras anónimas de nombres conocidos que, detrás de las cámaras, forjaron el milagro de llegar todos los días hasta cada hogar argentino a través de la pantalla de televisión.
-¿Cómo fue la primera transmisión?
-El 17 de octubre de 1951 con motivo del Día de la Lealtad se hizo una prueba de televisión desde Plaza de Mayo. Se paró el camión de exteriores por Diagonal Sur, las cámaras se ubicaron en el Banco Nación frente a la Casa de Gobierno con Jaime Yankelevich, Enrique Susini (el mismo que se encargó de la primera transmisión radial) y José Guerrico al frente. Ellos fueron quienes trajeron la televisión a la Argentina. Se televisó no al aire sino a monitores colocados en puntos estratégicos de la ciudad de Buenos Aires. Después se hizo la primera transmisión desde los interiores del hotel Alvear y también trabajé allí con don Jaime.
-¿Cómo fue a trabajar para algo tan raro para la época como era la televisión?
-Dos veces por semana jugábamos al fútbol con unos amigos en pleno centro de Buenos Aires, a una cuadra del Ministerio de Obras Públicas. Un día vemos que unos señores estaban colocando unos hierros en la terraza. Era la primera antena de televisión del país. En esa época estaba de moda una canción que cantaba Blanquita Amaro y que decía (canturrea) "la televisión pronto llegará y tu me verás y yo te veré". Pero poco sabíamos sobre qué era la televisión. Sin querer nos paramos a ver cómo estaban armando nuestro propio futuro. Yo ya estaba haciendo teatro con Lola Membrives y Juan Manuel Fontanal nos dijo que estaban llamando para televisión. Y bueno, fuimos.
-¿Con qué se encontraron?
-Nos gustó de entrada, vimos cómo se abrían los cajones, cómo se sacaban las cámaras, cómo se usaban los gatillos para cambiar los platos de las lentes. Tuvimos un maestro excepcional que fue Max Koelble. El alemán nos enseñó a amar los materiales. La televisión era nuestro pan. Todas las noches entalcábamos el cable coaxil (para que no se resquebraje), limpiábamos los lentes con kerosene, y lo hacíamos con mucho amor. Las primeras pruebas antes de octubre se hicieron en la terraza del Ministerio de Obras Públicas con Beatriz Taibo, Carlos Ginés, Nelly Prince y Guillermo Brizuela Méndez que venían de la radio.
-¿Qué hacía usted en la tele?
-Durante 10 años transmitimos en vivo. Una cosa heroica. Don Jaime nos puso grandes maestros. Empezamos tirando un cable, haciendo dolly (una pluma sobre ruedas con la cámara en la punta), haciendo cámara, switcher, iluminación con Aníbal González Paz que venía de los estudios Disney.
-Tras una década de trabajo en vivo en 1961 llegó el video-tape y usted fue uno de sus grandes opositores, ¿por qué?
-Lo más parecido al teatro fue la televisión en vivo. Si te equivocabas no podías decir "me equivoqué". Cuando había cosas que no nos gustaban no había solución. Hoy podemos corregir esos problemas, pero se pierde espontaneidad.
-¿Cómo ve a la televisión de hoy?
-Algunas cosas se han perdido con el tiempo. En lo técnico y en lo artístico. Hoy la TV se acostumbró con los primerísimos planos, no sitúa al público y sin hablar de los actores más viejos que le muestran las patas de gallo. Antes usábamos planos más largos, planos americanos, pausas, para hacer pensar al espectador. Hoy todo tiene una velocidad brutal. Todo es video clip. Los medios de comunicación tienen el poder de cambiarle la mentalidad a un pueblo y nadie controla. En Buenos Aires hay radios en portugués, pastores que no sabemos de dónde salen.
-Discúlpeme, en la década del 60 usted fue considerado un transgresor, presentó en televisión temas tabú para esa época como la violencia policial y la homosexualidad. ¿La gente no habrá pensado lo mismo de usted. No habrá dicho "cómo me muestran eso por televisión"?
-Sí, es verdad, pero con un léxico diferente. Vos habrás visto "Okupas", es "Albergue Warnes" que hicimos nosotros en los 60, pero no necesitábamos mostrar a un señor tomando cocaína como una ballena. No teníamos ninguna necesidad. El otro día le pregunté a un director por qué ponía a una mujer semidesnuda hablando por teléfono cuando el libro no lo decía. "Para dar un toque", me contestó. ¿Qué está pasando?
-¿Por qué entonces los acusaban junto a Jorge Falcón de sensacionalistas?
-Jorge era un patovica que escribía muy bien, él le cambió el léxico a la televisión y yo la forma de ponerlas en escena. Fuimos transgresores en muchas cosas y hasta fuimos tres veces presos por "Distrito Norte". Trabajábamos en vivo para darle fuerza a las historias. Pero tuvimos que volver a estudios con "Albergue Warnes" porque un día casi me tiran del cuarto piso. Hablábamos de bailes para hombres, de una paraguaya que manejaba la prostitución del lugar, de gente que vivía allí para no pagar alquiler y comprarse un auto. Entonces, quién estaba más loco...
-Hablando del tema, ¿le molestó el apodo de Loco Guerrero?
-No, porque siempre fue en forma cariñosa. Una vez hicimos un teleteatro con Graciela Dufau y Eduardo Rudy a través de espejos para demostrar la infidelidad mutua de un matrimonio, yo puse la primera cámara en un ascensor en un programa con Mónica Mihanovich, yo grabé en 1962 el primer tape de la Argentina que se hizo acá en Rosario en el bulevar Oroño en la casa de los Cura. Fue la primera vez que el camión de exteriores de Canal 7 cruzó la General Paz en el programa "Nunca se contó", la inauguración de la estación terrena de Balcarce la hice yo.
-De tiracable, director y productor usted pasó a ser dueño de un canal, ¿eso le cambió la forma de pensar la televisión?
-En absoluto. Sólo me ocupé de mejorar el canal todo lo que pude. Seguí siendo amigo de mis amigos y no quise tener gerencias, sólo era director. Hicimos el estudio mayor de Canal 11, mejoramos el formato periodístico, hicimos reportajes para los noticieros, nunca vistos en la televisión argentina.



Guerrero conoció a Olmedo en el teatro La Comedia.
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