Cuando habla, al igual que cuando boxea, Mike Tyson no tiene límites. Y a pesar de que luzca más moderado que en otras ocasiones, cuando suelta la lengua, lastima. Mientras aguarda la pelea del sábado en Copenague ante el local Brian Nielsen, el ex campeón calentó el ambiente con su discurso provocador: "A Nielsen me lo comeré como un pastelito danés. Quiero destruirlo, porque me siento joven y lleno de energía. La condición física es algo esencial y yo me siento mejor que cuando vencí a (Andrew) Golota", dijo Tyson, quien pasó más de una hora firmando autógrafos y regalando amplias sonrisas a un grupo de niños daneses.
Tyson, que hace unos años aplicó un furioso mordiscón a una oreja de Evander Holyfield y que había amenazado con "comerse crudo" a los hijos del británico Lennox Lewis, lució sin embargo un poco más moderado que en ocasiones anteriores.
Tyson afirmó que quiere "resolver rápidamente la cuestión Nielsen y luego pensaré en el futuro. Quiero luchar por el título contra Rahman. Su modo de boxear se adapta particularmente al mío".
Nielsen, por su parte, se limitó a expresar que "si Tyson no gana en las tres o cuatro primeras vueltas tendrá problemas grandes. Por puntos seguro que gano yo. De todos modos, Tyson no me asusta, en el fondo es un hombre normal".
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La Ciudad
