Año CXXXIV
 Nº 49.264
Rosario,
martes  09 de
octubre de 2001
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Canciones celtas, acento porteño
El grupo Xeito Novo presentó su álbum "Luz de invierno" en el Fundación Astengo
El recital varió entre los ritmos tradicionales gallegos, gaélicos y la música de fusión

U.G. Mauro

En el mejor sentido de la palabra, la música celta vende. No cantidades asombrosas de discos tras saturar el espectro radial con hits o llenando estadios con multitudes, sino que, en líneas generales, esa particular expresión de un pueblo milenario es aceptada auditivamente, agrada, moviliza y logra el cometido primordial de cualquier propuesta artística que es conmover.
La excusa para la presentación del grupo porteño Xeito Novo de música celta el domingo en el Auditorio Fundación Astengo consistió en mostrar los temas de su cuarto disco "Luz de invierno", aunque el grupo interpretó también lo más importante de sus tres anteriores producciones, "Xeito Novo", "Galimérica" y "Campustellae", sobre la base de instrumentos habituales a los que se sumaron gaitas, flautas e instrumentos de percusión del folclore irlandés y británico, así como de regiones de Francia y España, todos sitios en los que floreció la cultura del desaparecido pueblo celta, que se expandió a otros rincones de Europa.
El octeto instrumental Xeito Novo es una sólida formación integrada por Carolina Alberdi (piano y acordeón), Virginia Alvarez (violín), Carlos Fernández (gaitas y thin whistle y guitarra), Daniel Pazos (gaita, tinwhistle), y percusión, pandereta y bodhran), Luis Gastón Lamas (batería, bongó, pandereta y tarrañolas), Marcelo Fernández (flauta traversa y tinwhistle), Roberto Bennech Arnold (bajo y guitarra) y Tony Ingiulla (guitarra) y en su presentación mostró claramente que la vertiente de la música celta que más influyó en su producción es la española de las regiones de Galicia y Asturias.
Para el oyente desprevenido, el recital ofreció tres líneas musicales claras; los ritmos gallegos y asturianos, una verdadera incitación a la danza y llena de fuerza; las canciones de claro origen irlandés, escocés o galés, que mezclan esa melancolía que remite por momentos a la música new age y una tercera línea, emparentada con la fusión, que unió todo lo anterior tanto con cierto pop liviano como con propuestas como las del guitarrista Mark Knopfler o las de Mike Oldfield.
Muchos son los artistas a los que ni se les ocurre pensar que el público desconoce su obra. Todo lo contrario de los integrantes de Xeito Novo que, sin caer en la tentación de volcar sobre la platea un tratado sobre su especialidad musical, por boca de Carlos Fernández fueron anunciando y explicando brevemente las características de cada tema.
A propósito de Fernández, este músico y su par Daniel Pazos cumplieron con el rol de animar el recital, con Pazos parodiando a Travolta en "Fiebre del sábado por la noche", ejecutando graciosamente con su gorda figura pasos de rap, o enojándose cuando el repertorio se alejaba de una difícilmente identificable ortodoxia del género.
En el terreno individual, más allá de la lógica atracción que ejercían flautas, gaitas y panderos, el talento, aunque parejamente distribuido entre todos los músicos, se hacía evidente en la labor de la pianista y acordeonista Carolina Alberdi y en el guitarrista Tony Ingiula, éste un prodigio de digitación, oculto tras el despliegue de la violinista Virginia Alvarez, autora de buena parte de los temas ofrecidos, y algo mal tratado por un sonido que por momentos hizo perder los aportes de la percusión con accesorios y buena parte de la labor del flautista Marcelo Fernández.
El encuentro del domingo en el Astengo se abrió con "Un paseo" y "Foliada de San Xusto", del disco "Luz de invierno" y de la misma placa, "Art", "Unha festa en laxe", "El esplendor", "Au milleur" y "Marcha de Breixo". Sobre el final el grupo ofreció el bello tema del poeta Alvaro Cunqueiro "Quen podeira na morar-la", canción que en la grabación contó con la voz de León Gieco y que en las voces de Marcelo Fernández, Carlos Fernández y Daniel Pazos quizás suene bien toda vez que el sonidista equilibre mejor el apoyo instrumental, que esta vez se sobrepuso a las de por sí poco potentes voces.
También, al no tener a mano al acordeonista misionero Chango Spasiuk, que aportó su polca ucraniana "Ivancó" a la placa, bien vino la "Polca para Juliana", de Virginia Alvarez.
A todo esto los músicos sumaron "Ashgrove", un tradicional escocés unido a "Arrival", de Mike Oldfield -quizás lo más aplaudido de la noche y grabado en "Galimérica"-, el anónimo irlandés "Martyn wines/John Cunningham Reels", "Si beag is si mor", "Muñeyra de Villa Ortúzar", "Mermaid Song" y "Local hero", del inglés Mark Knopfler, con arreglos de Benech Arnold, del disco "Campustellae".
Como suele suceder con toda la música popular europea y antigua, el oyente bien dispuesto puede reconocerse en ella. Llevando las teorías al extremo, todas las melodías populares, aún la de los pueblos más remotos están unidas por una todavía misteriosa raíz histórica común. En una muñeira, en una giga irlandesa, en la alegría o la solemnidad de una gaita o en la melancolía de una flauta pastoril viven armonías breves y secuencias rítmicas que conscientes o no, llevamos en nuestros genes. Al fin y al cabo, los argentinos descendemos de los barcos.



La banda mostró un tratado de especialidad musical.
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