Domingo Celsi
Si uno analiza los últimos resultados de Central Córdoba en el Gabino Sosa, parece haber llegado el momento de que los de Tablada vayan a consultar a algunas de las tantas tarotistas que por estos días pululan en un país con tantas necesidades como el nuestro. Es que desde el punto de vista futbolístico no termina de cerrar cómo se pueden dejar pasar tantas oportunidades para sumar como lo han hecho los charrúas en sus últimos compromisos frente a su público. Por el Gabino Sosa pasaron Almagro, Almirante Brown de Arrecifes y Gimnasia y Esgrima de Jujuy, tres equipos que sin hacer demasido se llevaron nueve puntos muy importantes para un equipo como Córdoba, que los necesita tanto como el agua para asegurar su subsistencia. Buscar una explicación a lo inexplicable tiene sus complicaciones. Como debe ser, los charrúas salieron a buscar el triunfo desde el comienzo y aunque les costó llegar con jugadas bien hilvanadas, igualmente se las ingeniaron para darle algunos sustos a la última línea jujeña. Raymonda la tiró afuera con el arco vacío tras un recibir un rebote de un cabezazo del Tele Medina en el palo. Un rechazo oportuno de Piro sobre la línea y un remate de Celebroni en el horizontal sirven para demostrar que lo intentaron. Pero cuando la historia viene torcida cambiarla no resulta tan sencillo y el complemento lo terminó de demostrar. Contra lo que podía suponerse el partido se fue haciendo inexpresivo. Los jujeños, que tampoco están pasando por su mejor momento, entraron a hacer números y, como el punto no les caía nada mal, tejieron en la mitad de la cancha una telaraña defensiva (en la que Daniel Cravero fue la clave), que los charrúas fueron incapaces de romper. El partido se iba consumiendo entre la impotencia de los locales para llegar hasta el arco de Coronel y el conformismo jujeño por el empate, pero cuando todos esperaban el final apareció la cabeza de Damián Alarcón para darle el triunfo a Gimnasia en una jugada que coronó una serie de errores de los jugadores locales. El Gabino inexpugnable parece haber quedado atrás. A Córdoba le va mejor de visitante que en su propia casa. No caben dudas de que llegó la hora de practicar un exorcismo porque aunque no crean en brujas, que las hay las hay.
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