| | cartas Los retrocesos son pérdidas
| Ante el triste espectáculo ofrecido hace unos días por un grupo de concesionarios de taxis, trabajadores empobrecidos como casi todos los cuentapropistas del país y en abierta lucha contra otro grupo de trabajadores tan pobres o más que ellos, quiero permitirme las siguientes reflexiones. El comercio, y el taxi lo es, está sujeto a una serie de premisas insoslayables para poder funcionar en forma eficiente y que deje a su propietario un beneficio que le permita vivir decorosamente y disfrutar de lo que hace. Hoy, el público que toma taxis o remises pone en evidencia la falta de introducción en las exigencias del mercado de los primeros. El público prioriza el remís no solamente por su precio, como algunos pretenden, sino por otro detalle importante, mucho más que el precio; la seguridad, el saber a quién se llama (agencias, teléfono y chapa del vehículo anticipada a solicitud), el modelo y confort del automóvil, la limpieza del mismo, la presencia del conductor, su trato para con el pasajero y su conducción en el transito, que hace a la tranquilidad del que viaja. Por el contrario, en el caso de los taxis, salvo honrosas excepciones, por distintas razones el pasajero no viaja con la tranquilidad que debería, y estas razones saltan a ala vista y no voy a enumerarlas para que ningún trabajador se sienta ofendido, cada cual sabe si le cabe el sayo. En el comercio, en las industrias, en las profesiones y en cualquier otra actividad el no adaptarse a los tiempos es un retroceso, y los retrocesos son pérdidas. Francisco Agostinetti
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