Apenas una semana antes de las elecciones y en medio de una debacle de los activos argentinos, el gobierno salió a combatir en el endeble terreno de los rumores y las versiones que se suceden toda vez que entra en duda la convertibilidad. Sin contar con un arsenal de instrumentos económicos que puedan neutralizar y pulverizar, la usina de rumores que pretenden atacar a la nave insignia de la Argentina, el gobierno busca ganar el tiempo y el espacio necesario que le permita llegar indemne al 14 de octubre. No transcurrió un mes desde que el Fondo Monetario Internacional (FMI) brindó un nuevo respaldo al gobierno argentino y el mercado puso nuevamente al borde del abismo, a la ecuación de la convertibilidad. La contraofensiva del gobierno consiste en tomar distancia para recuperar la iniciativa, luego del vendaval de ventas masivas que cayeron sobre los activos argentinos. El velo de hermetismo con que las autoridades quieren cubrir un eventual paquete de medidas no hace más que aportar confusión y en todo caso pone al descubierto que el gobierno no tiene otras respuestas rápidas frente a la crisis de confianza, más que una "puesta en escena" desmintiendo las "3 d": dolarización, devaluación y default. Es más, ninguna de las "3 d" son variables que dependan del manejo del gobierno. La dolarización la maneja Washington, y la devaluación y el default son circunstancias o escenarios que manejan los mercados. Es de libro: los gobiernos nunca devalúan, los que devalúan la moneda de un país son los mercados. De los gobiernos, sólo depende el mantenimiento de la confianza y el marco jurídico para asegurar el tráfico comercial. Ambas, están en duda, por eso es que los mercados apuntan. (DyN) Miguel Angel Rouco
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