 |  | Editorial Darle lugar a la esperanza
 | La noticia, en el marco de crisis mundial -escenario bélico mediante- y nacional -la depresión, que parece interminable- no puede sino ser calificada como altamente positiva. Es que la venta de Aerolíneas Argentinas a un grupo privado español indica que, pese a los malos augurios predominantes, todavía existen capitales que están dispuestos a confiar en este país como propicio nicho de negocios. No es poco, sobre todo -se reitera- en esta difícil y ya en exceso prolongada coyuntura recesiva. Los cuestionamientos a la decisión adoptada por la española Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) no han sido, sin embargo, escasos. Aquellos más atinados, porque otros -más duros- parten de visiones indudablemente maximalistas (y por ende, nada constructivas), han hecho hincapié en el peligro que supone el que la aerolínea de bandera continúe permaneciendo en manos extranjeras. Estos mismos, con innegable lógica, solicitan que el Estado argentino abandone el rol absolutamente pasivo que ha desempeñado hasta el presente y se preocupe, cuanto menos, por diagramar las rutas aéreas que recorrerán las naves de la compañía. Pero lo que corresponde hacer en primer término, ante el favorable vuelco experimentado por la situación, es recordar lo que estaba sucediendo nada más que dos días atrás. Entonces aún campeaba la incertidumbre y las previsiones sobre una potencial desaparición de la empresa encontraban buenas razones para sostenerse. Ahora, esa oscura posibilidad se ha desvanecido. Y el futuro, si bien dista de asemejarse a un lecho de rosas e incluye, sin dudas, una buena dosis de problemas, se vislumbra como una ventana que acaba de abrirse. Por ese motivo, y tal como se lo asegura en el título, acaso sea el momento de darle lugar a la esperanza. Y aportar al proceso desde una actitud crítica, pero a la vez constructiva. Es decir, no continuar poniendo piedras en el camino. Porque el primer paso ya ha sido dado, y entre los aspectos que permiten evaluarlo desde un ángulo optimista ocupa un lugar destacado el que alrededor de cuatro mil quinientos empleados de Aerolíneas y Austral ya hayan percibido parte de los salarios correspondientes al pasado mes de agosto, que les adeudaba la compañía. En síntesis, sin abandonar la cautela, no se vislumbra como recomendable el seguir enarbolando la bandera de las agresiones y el escepticismo. No están las cosas como para permitirse semejante lujo.
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