Un auto, un papel con el nombre del sospechoso y la contundencia de las víctimas para señalar a su agresor en una rueda de personas: estos indicios bastaron para identificar, detener y condenar a un hombre de 31 años por violación, abuso sexual y privación ilegal de la libertad. Por esos hechos, que afectaron a dos parejas de adolescentes y ocurrió hace 20 meses, el juez Ernesto Genesio condenó al autor a 12 años de prisión.
El acusado se llama Javier Andrés Castro y es un ex policía. Le habían dado la baja, aunque los motivos no están claros. Además, tenía como antecedente un robo a mano armada en el que estuvo implicado años atrás en la localidad bonaerense de Trenque Lauquen. Cuando ocurrieron las violaciones el acusado trabajaba como guardia de seguridad privado y custodiaba a un jugador-estrella de Rosario Central, que todavía está en el club.
El ataque ocurrió la madrugada del 2 de enero de 2000 en un chalé de Fisherton. Allí estaban dos parejas muy jóvenes cuando el agresor entró armado, aparentemente con una pistola Browning. El intruso amenazó de muerte a los chicos y ató de pies y manos a una de las parejas. Luego se dirigió a la otra, le apuntó con el arma a la chica y la obligó a que le practicara sexo oral a su novio. Finalmente abusó de ella, penetrándola por vía vaginal.
Pero su raid no terminó ahí. Luego se dirigió a la otra pareja, desató a los chicos y los obligó a desnudarse. A la chica la manoseó ante la mirada impotente de su novio y sus amigos. Después se fue tranquilamente, como si nada hubiera pasado.
Entonces comenzó una ardua investigación, que quedó a cargo del juez de Instrucción Nº 10, Alfredo Ivaldi Artacho, y de la sección Seguridad Personal de la policía. Lo primero que se supo es que el agresor se movilizaba a bordo de un Peugeot 505. La policía encontró un automóvil del color que describieron los chicos en un garaje de Arroyito, cerca de donde trabajaba como custodio.
Reconocimiento decisivo
En ese momento se supo que el vehículo tenía pedido de captura de una localidad bonaerense, donde lo habían robado. En la guantera los detectives encontraron un papel donde estaba escrito el nombre de Castro.
El ex policía fue detenido y a partir de ese momento el juez ordenó varias medidas. Una de ellas fue someter el auto al reconocimiento de las víctimas. La prueba resultó contundente: entre varios vehículos similares, los cuatro chicos señalaron sin dudar el mismo auto que la habían incautado a Castro.
Luego vino el reconocimiento de personas, y otra vez los resultados fueron lapidarios: dos de las víctimas señalaron a Castro, otra dudó entre dos personas -Castro y su hermano, que según fuentes judiciales y policiales es igual a él- y la cuarta sindicó al sospechoso, aunque con algunas dudas.
Castro siempre sostuvo su inocencia y dijo que la noche de Año Nuevo estuvo en una fiesta familiar, junto a un montón de gente. Pero la coartada del ex policía no sirvió para su defensa porque el ataque ocurrió durante la madrugada del 2 de enero y no la primera del año, que es cuando en realidad demostró haber estado en otro sitio.
Con estos indicios, el juez Genesio -secretaría de Ernesto Eiris- lo sentenció a 12 años. Castro apeló con la esperanza de que la Cámara Penal, al revisar el fallo, también modifique la decisión del magistrado.