Nueva York. - Los ataques contra el corazón de Nueva York el 11 de setiembre lo habían encontrado en el ocaso de su carrera, pero pocas horas después del derrumbe de las Torres Gemelas el alcalde Rudolph Giuliani estaba en primera línea organizando los socorros. Giuliani desde un primer momento intentó devolver la esperanza a una ciudad símbolo puesta de rodillas por el ataque terrorista.
Por su comportamiento, el alcalde neoyorquino fue nombrado Caballero de la Gran Cruz del Orden al Mérito de la República Italiana, galardón que le confirió ayer el presidente de aquel país, Carlo Azeglio Ciampi, de motu propio. En sus motivaciones Ciampi señaló que Giuliani "ha dado un excepcional ejemplo de fuerza de ánimo y sentido cívico. Al infundir esperanza e idealismo ha mostrado con dignidad y orgullo como ganar la primera batalla contra el terrorismo".
Cáncer y amante
El diagnóstico de cáncer en la próstata en mayo del año pasado y la confesión, pocos días después, de que tenía una amante y estaba decidido a separarse de su esposa, habían frenado la carrera política de Giuliani, que hasta ese momento parecía imparable.
Algunos meses antes de esos acontecimientos "Rudy el duro" a quien algunas versiones veían como candidato a la Casa Blanca para el 2004, había anunciado que presentaría candidatura para el Senado, de la que desistió tras las revelaciones sobre su vida privada. Giuliani, de 57 años, es fiscal de la ciudad (donde adquirió su fama de "duro"), es el primer italo-norteamericano en ocupar la alcaldía neoyorquina después de Fiorello La Guardia, el famoso demócrata de los años cuarenta.
Giuliani logró un objetivo casi imposible como republicano al alcanzar la alcaldía de Nueva York, el último baluarte de los demócratas más progresistas de Estados Unidos. Desde entonces, hace siete años, se convirtió en una figura omnipresente en el "melting pot" de la ciudad que nunca duerme: en continuo ir y venir noche y día desde un edificio en llamas en Harlem, el descarrilamiento de un tren subterráneo en Queens, visitando a un policía herido en el Bronx o dirigiendo a los "barrenieves" de Staten Island.
Después de años de crisis Nueva York había hallado en Giuliani al primer ciudadano que "limpió" sus calles de la delincuencia, los sin techo y vendedores de cocaína. Pero la fama heredada desde la época en que como fiscal de la ciudad había puesto contra las cuerdas a la mafia, y su famosa "tolerancia cero", también creó descontentos y críticas.
En 1999 un grupo de policías neoyorquinos mataron a un inmigrante desarmado y las polémicas que siguieron al violento accionar de los hombres de azul provocó una caída en picada de la popularidad de Giuliani. Hoy, cuando la ciudad está saliendo lentamente de su parálisis tras el ataque terrorista del 11 de setiembre, la popularidad de Giuliani está nuevamente en lo más alto, y otra vez se habla de las posibles alternativas de su futuro político. (Ansa)