"En Rosario existen 67 pacientes en tratamiento. Son personas de distintos niveles socioeconómicos. La lepra no es una enfermedad de la pobreza, no tiene connotaciones sexuales ni es hereditaria", subraya la doctora Mónica Recarte, coordinadora de la zona sur del Programa de Dermatología Sanitaria de la provincia de Santa Fe. A los fines terapéuticos, la enfermedad se clasifica en pausibacilar y multibacilar. En el primer caso, se trata de personas con una buena respuesta inmunitaria mediante la cual el organismo logra aislar el bacilo, lo que impide el contagio. En tanto, el subtipo multibacilar posee una pobre respuesta inmune, lo que le acarrea mayores síntomas y puede transmitirla. Si bien los tratamientos varían en uno y otro caso (en las pausibacilares se usan dos antibióticos, y en las multibacilares, tres), en ambos es curable. Para las formas complejas la duración del tratamiento se extiende a dos años, mientras que en las más leves, entre 6 y 9 meses. "El tratamiento es ambulatorio, no es necesario aislar al paciente y la persona recupera la sensibilidad en la zona afectada", enfatizó Recarte. Por tratarse de una patología que afecta la piel y el sistema nervioso periférico, de no tratarse puede producir daños a nivel nervioso, alteraciones de la sensibilidad, deformidades de manos y pies y lesiones. "El contagio se produce a través del contacto prolongado con una persona multibacilar. Se supone que a través de microgotas de la saliva, aunque aún existen dudas respecto a la forma de transmisión. El período de incubación es de 2 a 5 años, y durante el mismo, no se manifiestan síntomas", aclara la profesional.
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