A diferencia de lo que muchos creen, la lepra sigue siendo una enfermedad endémica. Cubierta de miedos y prejuicios durante años, la enfermedad padeció la misma suerte de quienes la sufrieron. En la Argentina, según las últimas estadísticas disponibles, los enfermos alcanzan a 1.904 (ver infografía). Epidemiológicamente, la mayoría se concentran en los conglomerados urbanos del norte de Santa Fe, Gran Buenos Aires y el Gran Rosario.
Lo que pocos saben es que se trata de una enfermedad infecciosa, totalmente curable con antibióticos. A pesar de la efectividad de la terapéutica, el problema continúa. Desde hace diez años, en Argentina se detectan alrededor de 500 casos nuevos por año.
Esta semana, impulsada por la Sociedad Argentina de Dermatología, se desarrolla en todo el país una campaña destinada a brindar información sobre la enfermedad con el objetivo de alertar a la población sobre los síntomas y orientar sobre las posibilidades de tratamiento y curación.
Durante los días de la campaña, que finaliza pasado mañana, la entidad organizadora habilitó las líneas telefónicas (011) 4814-4915/4814-4916 y 4815-4649. En Rosario, las consultas pueden efectuarse a los especialistas en dermatología, como también en los hospitales Carrasco, de bulevar Avellaneda al 1400; Centenario, Urquiza 3100, y Provincial, Alem 1450.
"La campaña no es de detección sino de información", aclara la doctora Mónica Recarte, coordinadora de la zona sur del Programa de Dermatología Sanitaria de la provincia de Santa Fe. La aclaración conlleva la carga de prejuicios que aún pesan sobre la lepra y que hacen que las personas no concurran a la consulta.
Temor al rechazo
La lepra es una enfermedad infecciosa producida por un microbio llamado Mycobacterium leprae. Afecta preferentemente a la piel y a los nervios periféricos, y en ocasiones a las mucosas y órganos internos.
De acuerdo al contexto psicológico y cultural del enfermo, puede verse afectada su relación social, laboral y familiar en razón del rechazo y temor que inspira.
Antiguamente los enfermos eran recluidos en leprosarios en razón de que se desconocían las formas de transmisión y tratamiento. Hoy, además de saber que es de difícil contagio, se modificó la forma de tratarla al punto que, sólo con la administración de antibióticos y en forma ambulatoria, es posible curarla completamente.
En esta como en otras enfermedades, el diagnóstico temprano permite acercar el tratamiento adecuado; impedir el contagio y evitar las discapacidades que pueda provocar.
En Argentina
El área endémica se integra por las provincias del noroeste, nordeste y centro del país (Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Buenos Aires y la Capital Federal).
Epidemiológicamente son más importante las provincias del nordeste, norte de Santa Fe y los conglomerados poblacionales del Gran Resistencia, Rosario y el Gran Buenos Aires. Las migraciones internas condicionan la posibilidad de tener un enfermo de lepra en cualquier punto del país.
Al 12 de diciembre del año pasado había en tratamiento 1.904 enfermos en la Argentina, aunque se estima que existen 1.305 enfermos que aún no han sido detectados.
Primeros síntomas
La enfermedad aparece con manchas en la piel (máculas), con disminución o pérdida de la sensibilidad, del vello y/o de la transpiración. Según su forma clínica, pueden presentarse nódulos (lesiones tubérculo-nodulares llamadas lepromas) y engrosamiento de la piel (placas, infiltración) y/o nervios periféricos con dolor espontáneo o producido por la compresión.
Generalmente se produce un trastorno de la sensibilidad que va desde una leve hipoestesia (adormecimiento) a una anestesia total. Así, poco a poco, por falta de cuidado y de un tratamiento oportuno, las heridas se infectan ocasionando un daño que al cabo del tiempo producen discapacidades y deformidades.
También puede presentarse una obstrucción nasal persistente, con o sin hemorragia de causa no justificada, y hormigueos (disestesias, parestesias) en pies y manos.
Toda mancha con adormecimiento persistente en el tiempo puede ser un síntoma evidente de la enfermedad.
El contagio ocurre de persona a persona a causa de un contacto directo y prolongado, calculado en aproximadamente de 3 a 5 años. Para que ello ocurra debe haber un enfermo con posibilidad de transmitir la enfermedad (ya que no todos los que padecen lepra eliminan bacilos fuera de su organismo) y una persona sana susceptible. Es decir, debe mediar una predisposición especial, aunque la mayoría de las personas posee resistencia natural al Mycobacterium leprae, por lo que el contagio es difícil. Los más expuestos son aquellos que conviven con el enfermo, es decir, los familiares directos.
Está científicamente demostrado que la lepra no es hereditaria. De una madre y/o padre enfermo nace un hijo sano. La mejor protección que se le debe dar al recién nacido es que el progenitor afectado realice y complete el tratamiento. Este no se debe suspender aun en el embarazo.
El enfermo puede y debe realizar una vida completamente normal, con todos sus derechos y deberes sociales y civiles. Puede casarse, deambular, trabajar sin ningún tipo de restricción ni consideración especial.
Medicación gratuita
La lepra es totalmente curable siempre y cuando se efectúe el diagnóstico y se complete el tratamiento que puede prolongarse entre los 6 meses y 2 años, según la forma clínica. La medicación es entregada en forma gratuita por el Programa Nacional de Lucha Contra la Lepra, del Ministerio de Salud de la Nación.
Es necesario utilizar varios medicamentos simultáneamente (tratamiento multidroga). También, desde el mismo momento del diagnóstico debe iniciarse la prevención de la discapacidad de manos y pies.
Por el momento no existe una vacuna eficaz contra la afección. La aplicación generalizada de la BCG (vacuna contra la tuberculosis) es probablemente una herramienta que contribuye a la declinación de la incidencia de la enfermedad en nuestro medio. Sin embargo, no es recomendable repetir las dosis de BCG.
En caso de alguna discapacidad a causa de la enfermedad, el paciente debe recibir la atención necesaria para continuar con su vida familiar, laboral y social. En caso de curarse, no es conveniente fomentar la sobreprotección.
La atención del enfermo se efectúa en cualquier centro de salud (hospital, sanatorio, clínicas, consultorios, dispensarios) donde exista personal capacitado y disponibilidad de la medicación específica.