Miguel Pisano
Increíble pero real, los jugadores suplentes de Rosario Central no tienen competencia desde que la AFA canceló el campeonato de reserva. Y, si no, habría que preguntarles a los propios jugadores que no fueron titulares o que ni siquiera integraron el plantel profesional en los partidos de este torneo Apertura para saber cómo pueden rendir luego de siete fechas sin competencia. Le pasó al propio Ricardo Canals, que apenas si ha jugado un puñado de partidos en los últimos meses, y le sucedió al Chueco García, que volvió a jugar después de muchísimo tiempo. Como atenuante alguien podría esgrimir la complicada situación económica del club, y hasta que llovió antes de dos de los cinco partidos que Central jugó como local, aunque estos argumentos seguramente no alcanzarán para intentar explicar por qué los canallas no ponen unos pocos pesos para mandar a la reserva a jugar el preliminar como visitante o, al menos, organizar partidos contra equipos de la región. En realidad, Central debería comprender que erogar unos pesos en alquilar un colectivo y en el sandwich y la coca, como en el barrio, en este caso lejos de ser un gasto es, más que nunca, una inversión.
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