Año CXXXIV
 Nº 49.254
Rosario,
domingo  30 de
septiembre de 2001
Min 16º
Máx 18º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Un recreo sobre el delta del Paraná
En las islas cercanas a la ciudad de Tigre se encuentra el recreo El Tropezón, donde subsiste la última morada de Leopoldo Lugones

En el recodo que forman el río Paraná y el canal de la Serna, en las islas del delta cercanas a la ciudad bonaerense de Tigre, está el recreo El Tropezón y allí el monolito que recuerda la triste historia del poeta Leopoldo Lugones.
La vieja casona conserva las líneas arquitectónicas que imaginó en 1929 el hombre que la construyó, Luis Giudici. Esa casona fue la última morada del escritor argentino.
El 18 de febrero de 1938, a las seis de la tarde, el poeta, que había pasado el día en El Tropezón, como acostumbraba, se refugió en su cuarto al atardecer y bebió el cianuro fatal.
Dejó una nota que decía "el único responsable soy yo de todos mis actos", y junto a él, roto en el suelo, un vaso con vestigios del veneno. A pesar del tiempo nada cambió en ese cuarto; la misma cama, la vieja jarra, el mismo piso de listones de madera.
A comienzos de los años 30 las islas del delta vivieron un tiempo de esplendor que se fue dejando paso a mucha nostalgia. La misma que se profundiza y se torna desasosiego cuando el cielo se pone gris anunciando sudestadas.
En ese momento las aguas del río y las del canal se alzan sobre El Tropezón, más bellas y majestuosas que en días de sol. Haroldo Conti, en su libro "Sudeste", dice: "El río es espléndido y el hombre se siente misteriosamente atraído hacia él".
La gente de El Tropezón es sencilla y amable y cocina sopas caseras que humean en soperas de plata, y ravioles de verdura para saborear con un buen vino, mientras cuentan la historia del viejo piano y muchas otras.
Para llegar al lugar hay que tomar las lanchas colectivas que salen desde la estación fluvial de Tigre, y que en una hora y media de navegación, cruzando el Paraná, arriban al muelle de la hostería-restaurante. Las lanchas remises son otra buena alternativa, pero hay que negociar la tarifa con los lancheros.
En El Tropezón se puede pasar un día diferente y disfrutar del aire y del sol, pero siempre en medio de la paz ribereña asomará el fantasma de Lugones y el secreto, nunca develado, de su muerte. (Télam)



Las islas del delta ofrecen un bello paisaje natural.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados