Año CXXXIV
 Nº 49.254
Rosario,
domingo  30 de
septiembre de 2001
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Santa Cruz: sabor campestre al filo del glaciar
Aire puro, excursiones andinas y platos caseros son las atracciones de la estancia Alice, cerca del Perito Moreno

La estancia Alice está tan cerca de El Calafate que su famoso galpón se puede visitar a la mañana y a la tarde. Allí reciben a los turistas Leslie Cook y Valeria Verdaguer, la pareja que administra esta estancia santacruceña tan cercana al glaciar Perito Moreno.
Un café fuerte a la mañana, un té más sosegado a la tarde con dulces artesanales y scones caseros, es lo primero que los turistas comparten en El Galpón, el emprendimiento agroturístico de la estancia de Jorge Dickinson y Alejandro Barcena.
En el amplio galpón Leslie relata el proceso de la esquila, el cuidado de los animales y la comercialización de la lana. Contesta todas las preguntas y un esquilador realiza una demostración.
Para las otras actividades hay que salir al campo a respirar el aire puro de las inmensidades patagónicas y a ver el espectáculo fascinante de un arreo de ovinos con perros ovejeros.
Los perros son kelpies australianos, de pelaje corto y negro, con algunas manchas amarronadas en la cara. Se los ve fuertes y son apenas un poco más pequeños que los verdaderos ovejeros.
El grupo ya está listo para caminar hasta la laguna de los Pájaros por un sendero de interpretación del ecosistema patagónico y llegar hasta el antiguo picadero indígena que suelen visitar los arqueólogos de la Universidad de La Plata.
El guía naturalista va reconociendo la flora de la estepa y sabe cuáles son los lugares donde detenerse y aguardar el paso de las aves que buscan la laguna. Un momento donde el silencio es tan imprescindible como unos buenos binoculares.
Los guías explican que la estepa patagónica está considerada un ecosistema "regionalmente sobresaliente" por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), un mundo en el que habitan el flamenco austral y el cisne de cuello negro, la bandurria baya y el cauquen común, junto con numerosas especies de patos.
Al regresar a la estancia, expertos asadores sirven abundantes porciones de cordero patagónico, la comida sureña por excelencia, con ensaladas de la huerta y pan recién horneado.

Desde el galpón
Para alojarse en la estancia existen 16 habitaciones con amplios ventanales que dejan ver el lago y la cordillera andina. Y para los huéspedes, Leslie y Valeria organizan caminatas y cabalgatas hacia la cima del cerro Frías.
En una camioneta los acercan hasta la base, donde comienza el ascenso a través de huellas señalizadas. Los mismos expedicionarios son los que eligen el camino, orientados por los mapas de los guías que indican distancias, alturas, mojones y lugares para descansar.
En el camino se atraviesan pequeños arroyos y bosques de lengas y ñires, y a medida que la altura aumenta el espectáculo natural, se torna majestuoso.
El verano en este lugar de la Patagonia austral es fresco y soleado, y el aire muy seco. Es curioso, pero allí las tormentas se desatan sin truenos, relámpagos ni lluvia: son de viento y muchas veces sobre un cielo límpido.
Ya en la cima del Frías los guías asan con lentitud bifes al disco, mientras en el horizonte se recortan nítidos los brazos sur y norte del lago Argentino, y si el día es diáfano también se vislumbran la silueta del Fitz Roy y del chileno macizo del Paine.
La otra excursión es una cabalgata hasta al glaciar Moreno, que se realiza en tres y cinco días. Después de recorrer la estepa y hacer cumbre en el Frías el primer campamento se arma a orillas del río Mitre, cerca del ingreso al parque nacional Los Glaciares.

A caballo hasta los témpanos
A la mañana siguiente se entra al parque y se cabalga por la costa del brazo Rico. Un tramo para distenderse y disfrutar del silencio y la naturaleza. El otro campamento será en bahía Escondida, ya muy cerca del glaciar.
Este glaciar, el Perito Moreno, que tiene 195 kilómetros cuadrados de hielo, y paredes que rozan 80 metros, es un espectáculo que no se puede contar. Pero llegar a sus enormes témpanos a caballo es un privilegio sólo para elegidos.
En el corazón del glaciar se ubican pasarelas para admirar el entorno y los guías proponen un trekking; también se puede llegar navegando desde Puerto Bandera hasta la estancia Cristina y a los glaciares Upsalla y Spegazini.
En septiembre, cuando la primavera florece en la estepa patagónica, los primeros huéspedes comienzan a llegar al galpón de la estancia Alice. Y seguirán llegando durante todo el verano y hasta Semana Santa, cuando el frío y la nieve anuncien que el invierno ya está cerca. (Télam)



El glaciar Perito Moreno, una de las grandes atracciones.
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