La puna salteña, en plena cordillera de los Andes, a 3000 metros sobre el nivel del mar, es única en el mundo. Por sus características es considerada la región más desértica del mundo. Allí en medio de esa sequedad, la naturaleza se abre paso y da lugar a un bosque de 12 especies de pequeños arbolitos de más de 100 años que no superan los 60 centímetros de altura.
Este extraordinario secreto estuvo aislado durante siglos, hasta que en 1993 un grupo de exploradores de los desiertos, comandado por el geólogo Francisco E. Sola, recorriendo la región de la provincia salteña descubrió este increíble regalo de la naturaleza que llamaron Machu-Khora, (ancestro de las plantas en quechua).
Estos arbolitos están adaptados a los grandes vientos y a suelos nada fértiles. "Desde el punto de vista botánico, son plantas xcerófilas -explicó el geólogo Francisco Sola-, que cuentan con troncos muy desarrollados, cortezas ásperas y las hojas resistentes de un verde pálido, no el brillante de la selva".
La vista del bosque es sorprendente. Quien lo visite tendrá la sensación de ser un gigante como Gulliver, con árboles a los pies. Entre ellos hay ripio no yuyarales, y tienen las mismas características que los árboles grandes y desarrollados. Existen de distintas especies, entre las que se encuentran pinos, acacias y todo árbol autóctono de la zona.
Historia de milenios
Hace 2000 años estos arbolitos fueron descubiertos en la región de China y Japón. Allí, los monjes orientales los extraían y los llevaban a los palacios de la aristocracia, donde los coleccionaban. Se generó tal avidez por parte de los aristócratas que, continuada durante siglos, provocó la extinción de la especie en estos lugares.
Así surgió el arte de cultivar el bonsai, como una réplica de los originales. Horticultores a través de complicadas técnicas trataron de imitarlos cultivando artificialmente lo que conocemos como bonsais.
Después de 2000 años se descubrió en nuestro país un bosque donde se guarda la única reserva del planeta de árboles en miniatura. Allí están los "patrones" u originales de los bonsais. Sin embargo, "la belleza de los árboles en miniatura supera ampliamente lo que pueda hacer artificialmente el hombre, que no puede lograr la magnificencia de lo que hace Dios", manifestó el geólogo, maravillado por su descubrimiento.
Actualmente el lugar es inaccesible para el turismo, pero se está trabajando en la construcción de un parque que permita las visitas. "Esto implica la protección ambiental para evitar el impacto del visitante", explicó Sola.
"Los arbolitos exigen un cuidado extremo porque la dinámica de crecimiento es de un milímetro por año, y según la época, por la escasez de humedad y nutrientes", dijo el especialista.
Para mostrar estas especies únicas, llegaron a Rosario 32 ejemplares. La exposición estará abierta desde el viernes próximo en la Estación Fluvial.
Quienes la visiten tendrán la oportunidad de disfrutar un vídeo explicativo de 10 minutos y luego, de las visitas guiadas donde expertos explicarán cada una de las especies.
Las entradas costarán 3 pesos para los mayores y 2 para menores. Habrá promociones especiales para escuelas. Para mayores informes comunicarse con el teléfono 4648169.