Karlovy Vary es el centro termal más grande de la República Checa. Situado en el valle del río Teplá, a 122 kilómetros de Praga, en Bohemia septentrional, a 367 metros de altura sobre el nivel del mar. La historia cuenta que en una oportunidad, mientras Carlos IV cazaba, uno de sus perros cayó al río. Al sacarlo comprobaron que estaba pelado por el agua caliente. Fue así como descubrieron las termas. El rey mandó construir allí un palacio de caza y fundó esta ciudad a la que llamó Karlovy Vary (el hervidero de Carlos). Inmediatamente comenzaron a usar sus aguas como curativas, y en 1522 se publicó una descripción médica de las propiedades sanadoras de las fuentes, combinando la ingesta de agua con los baños termales. En 1759 esta pequeña ciudad se incendió y se volvió a levantar, rápidamente, en estilo barroco. La mayor parte de sus grandes edificios se construyeron en 1850, período en el que fue visitada por grandes personalidades tales como Goethe, Beethoven, Marx y toda la nobleza rusa. Hoy cuenta con numerosas fuentes de agua mineral caliente que oscila entre los 30 y 72, y sus aguas son altamente valoradas por médicos expertos en enfermedades digestivas. Esta ciudad cuenta actualmente con sesenta mil habitantes y una lujosa infraestructura de hoteles que ofrece las más variadas opciones, entre ellas spas, donde se pueden hacer tratamientos de belleza, adelgazamiento y terapias de relax. Para tal fin se han construido 130 kilómetros de sendas entre los bosques. También se produce allí el famoso cristal Moser, finas porcelanas, licores de hierbas y sales curativas. Las golosinas típicas son las riquísimas obleas de variados tipos y sabores que se hacen en la calle al paso y cada dos años se realiza el Festival Nacional de Cine. Los checos están orgullosos de este lugar inolvidable que ellos llaman "la Montecarlo del Este", donde se conjuga la belleza y el paisaje compuesto de montañas y bosques, con el señorío de sus edificios y con todo el confort que se brinda a los turistas. Es el lugar ideal para descansar, meditar, y por supuesto, escuchar buena música. Ana María Mangiantini
| Los checos se enorgullecen de "la Montecarlo del Este". | | Ampliar Foto | | |
|
|