Año CXXXIV
 Nº 49.254
Rosario,
domingo  30 de
septiembre de 2001
Min 16º
Máx 18º
 
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Torneo Apertura
El Sur se tiñó de granate sobre la hora

El destino era de empate. De 0 a 0 para ser más precisos. Hasta que en el medio de la lluvia llegó el enésimo centro de Lanús. La redonda, con manchones marrones del barro, llegó a la cabeza de Hernán Pagés y de allí a la red, a sólo cuatro minutos del final.
Lanús se quedó con un clásico deseado. Se recuperó del tremendo golpe que le había dado Boca en la Bombonera y sigue cerca de los de arriba. Pero no le sobró nada.
De hecho Banfield lo superó en muchos pasajes del partido. Se adaptó mejor a la lluvia y al barro y, especialmente, en el complemento fue el dueño de la zona de volantes.
Pero el hincha, que se empapó en la cabecera local, no reparó en los merecimientos. Tampoco en los insultos y las broncas que hasta allí habían vivido porque Lanús no encontraba el rumbo. El gol anuló todo. Ganó el clásico y eso vale más que nada.
El partido se fue deshaciendo y se hizo clásico. Dientes apretados. Marcas por doquier, piernas fuertes y pelotazos. Muchos de ellos sin destino. Y se hizo un bodrio.
No pasaba nada. El final llegaba con Lanús tirando pelotazos (a los 23', la encontró Bustos y dio en el palo) y Banfield cuidando el empate que le venía bárbaro.
El reloj empezaba a transitar el minuto 41. Centro de Domizi, no llegó Luchetti, sí Pagés y el 1 a 0 del granate quedó sellado a fuego.
Ese fuego, el que vivía en la popular de Lanús, no pudo ser apagado por una lluvia cada vez más intensa. Es que la pasión de los hinchas, especialmente cuando se gana un clásico, no se apaga con nada. (DyN)


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