"Cuenta final", el primer filme que protagonizan juntos Robert De Niro y Marlon Brando; "Como perros y gatos", la cómica y publicitada guerra entre animales; "El placard", la comedia estelarizada por Gerard Depardieu; y "La marca del dragón", un filme de artes marciales con Jet Li; los cuatro estrenos de esta semana en los cines de Rosario en la mira de Escenario.
"Cuenta final"
En "Cuenta final" la historia es más o menos previsible, porque se hicieron muchas películas que tratan el tema de un par de ladrones preparando un gran golpe. A pesar de esa recurrencia, el filme logra mantener la atención en base a la buena actuación (como es habitual) de Robert De Niro y al enfrentamiento que sostiene su personaje con el que está a cargo de Edward Norton.
De Niro es Nick, un ladrón meticuloso que siente el deseo de retirarse del mundo criminal. Es tentado, sin embargo, por Max (Marlon Brando), su socio en la reducción de la piezas robadas. Max le propone un formidable último golpe, que tiene dos inconvenientes: Nick tendrá que trabajar con un joven y realizar la fechoría en su propia ciudad.
La película presenta entonces toda la preparación del robo y el enfrentamiento de caracteres entre Nick y el joven ladrón. El primero es precavido y el segundo es impetuoso. Además, se pone en juego el tema del respeto y el muchacho está ansioso de que el veterano le reconozca sus "cualidades".
En cuanto al retorno de Marlon Brando a una película, es poco lo que ofrece. El gran actor sabe que con un par de miradas justifica su actuación en cualquier filme. Aquí apenas alcanza y los contrastes de su personaje están poco explotados. Sin embargo, cuando muestra la decadencia en la que se halla Bsu personaje logra ser creíble y único.
Cal: 3 estrellas \F.T.
"Como perros y gatos"
Desde hace tiempo Hollywood sueña con recrear las maravillas que los dibujos animados prodigan en las historias de acción. En sus comienzos la industria lo intentaba poniendo en riesgo a los propios actores, quienes realizaban atrevidas proezas con tal de asombrar a los espectadores. Después sobrevino el imperio de los efectos especiales, y lo que parecía imposible pasó a ser cosa de todos los días. Hoy nadie se sorprende con las imágenes que, creadas por animación computada, reviven a un dinosaurio, hacen caminar a una momia o a un profeta oriental sobre las aguas. Ahora el desafío es encontrar la forma para sacar provecho a ese prodigio para realizar una buena película. Para intentar, tal como lo ha hecho el cine desde que se convirtió en una industria sedienta de dinero, llevar a la pantalla un enfrentamiento encarnizado como el que perros y gatos protagonizan desde que el mundo es mundo. La película de Lawrence Guterman tiene éxito en la empresa. La combinación de técnicas ancestrales, como las marionetas, y otras modernas, como la computación gráfica, son claves para que las peleas resulten tan ingeniosas y vibrantes como las que desde hace años protagonizan Tom y Jerry en la televisión. El recurso al slapstick, animado por animales de carne y hueso o que parecen de carne y hueso, es lo más logrado de la película que, pese a contar una anécdota simplona, logra lo que se propone: entretener.
Cal: 3 estrellas \R.L.
"El placard"
Francis Veber, el director de comedias exitosas como "Hay un tonto en mi casa", o aquellas de los años 80 protagonizadas por Pierre Richard, "El juguete" y "Mala pata", regresó con "El placard", basándose en una idea simple -un hombre que se hace pasar por gay para que no lo despidan de su trabajo-, logrando unos golpes muy eficaces y además mostrando los prejuicios burgueses de la sociedad francesa.
La historia además de sencilla es muy maliciosa: un aburrido empleado administrativo de una empresa especializada en la fabricación de profilácticos -Pignon, interpretado por Auteuil- va a ser despedido dentro de un programa de reestructuración empresarial.
El azar hace que el hombre descubra que si se hace pasar por homosexual la dirección de la firma no correrá el riesgo de poner en la calle a un gay sin ser interpretado como un acto de discriminación sexual. Pignon acierta en su estrategia, ya que no sólo no es despedido sino que pasará a ser intocable.
Depardieu, en el papel de entrenador de rugby del equipo de la empresa, menosprecia a Pignon dado su tendencia homofóbica, pero las órdenes de la empresa son claras y entonces trata de halagar al presunto homosexual en medio de una situación personal de lo más complicada que lo llevará derecho a una clínica psiquiátrica.
Veber logra una comedia mesurada, con muy buenas actuaciones y que, aunque livianamente, indaga sobre la función social de los empleados en las sociedades modernas, aún cuando éstos recurren a falsear su sexualidad.
Cal: 3 estrellas \J.L.C.
"La marca del dragón"
Si no es un error, prejuzgar es, por lo menos, una falta. Y si la publicidad de una película se cimenta sobre patadas voladoras, puñetazos, sangre, explosiones y disparos, poco margen queda para pecar. Los filmes de orientales haciendo uooooooooo!!!!! en el aire y rompiendo quijadas por doquier han sido históricamente privados de las mejores críticas y, por sobre todo, de guión. O por lo menos de una mínima historia que ponga al espectador en una posición pensante.
Cualquiera puede entonces prejuzgar a "La marca del dragón", la última producción cinematográfica del experto en artes marciales Jet Li (el mismo de "Romeo debe morir"), sobre una idea suya y con una producción del renombrado Luc Besson, el mismo de "El profesional" y "El quinto elemento". Un agente secreto chino llega a Francia para, sin querer, desenmascarar una trama ilícita encabezada por el jefe de la policía francesa. Prostitutas, chantajes y otras yerbas quedan impunes bajo sus placas hasta que se meten con Liu Jiuan. En medio de todo los tiros, líos y cosha golda está una meretriz a quien Richard, el policía, tiene amenazada porque secuestró a su hija. Es así como se va tejiendo un relato confuso y repleto de violencia.
Pero seguramente la historia sea lo de menos y los efectos especiales tomen su lugar, en un filme tan dinámico como destemplado. Es que los prejuicios son malos, hasta que, sentado en una butaca del cine, se puede demostrar lo contrario.
Cal: 2 estrellas \O.V.