Mauricio Tallone
Carlos Ramacciotti no denuncia caminar por la vereda de la soberbia. Por más que el andar de Belgrano en el Apertura sea una de las buenas noticias del fútbol argentino, el entrenador pirata decide guardar la billetera y no comprar los espejitos de colores de la exageración. Prefiere seguir convencido de que sin su fe granítica de misionero, sin su apego al trabajo y sin sus triunfos -en suma sin él- no hubiera existido receta posible para moldear este presente ligado al reconocimiento. Si un arte parece dominar Ramacciotti, ese es el de la profecía. Todo lo ha predicho, nada en su vida va a contramano de la causalidad. Mucho menos este Belgrano, que define como un equipo de piezas austeras inspiradas en la ley del mayor esfuerzo, que patrulla cada rincón de la cancha para ver quién manda ahí. -¿Lo tomó por sorpresa este momento que atraviesa Belgrano? -No, yo no creo en las casualidades, nada de lo que hago tiene que ver con una cuestión de suerte. En esto hay muchas horas de trabajo, de dedicación y de querer superarse día a día. -¿Es consciente de que mucha gente puede pensar que hoy habla de esa manera porque el equipo está prendido arriba? -Puede ser, pero este momento es simplemente una continuación de lo que hice siempre cuando estuve a cargo de un equipo. Incluso si no existiera este momento y tuviera la chance de empezar otro proyecto con otro equipo haría exactamente lo mismo. No nos olvidemos de que cuando agarramos Central Córdoba era un equipo que se iba a la C y no sólo lo salvamos sino que lo ascendimos al Nacional B. También me pasó algo parecido cuando estuvimos en Gimnasia y Esgrima La Plata, el equipo estaba para descender y al final salimos campeones de la Copa Centenario. Lo mismo ocurrió en la anterior etapa de Belgrano en el 94, donde llegamos a estar durante varias fechas en la punta. -¿Cuál es la receta entonces? -Muy simple, el trabajo. La clave es que gozamos de la credibilidad de los jugadores y tenemos una respuesta positiva porque están convencidos de nuestro proyecto. -¿Ese convencimiento está al margen de los resultados o lo dice porque el equipo gana? -El convencimiento de jugadores hacia nuestro trabajo siempre existió. También lo tuvimos cuando nos hicimos cargo de este proyecto en el campeonato pasado y el equipo estaba a punto de perder la categoría. Por eso digo que los jugadores siempre creyeron en nuestro proyecto. -¿Y hoy cuál es el objetivo de ese proyecto: el título o la Promoción? -No hay que confundirse, nuestro objetivo sigue siendo salvarse de la Promoción. Quizás esa meta esté un poco disimulada por el buen momento que estamos viviendo, pero no podemos olvidarnos de que cuando tomé el equipo estaba prácticamente descendido, nadie daba cinco guitas por Belgrano. -¿Y cómo hizo para poder cambiar la historia? -La base fue haber mantenido el grupo que se salvó del descenso el campeonato pasado y sumar valores importantes para esta temporada. En ese sentido tengo que destacar la colaboración de Hugo Comba, el representante de Carlos Bianchi, que no ayudó muchísimo con un lista de jugadores que podían sumarse al proyecto. De ahí surgieron Obolo, que en Vélez no tenía lugar, Arce e Imboden, que no eran tenidos en cuenta en Boca. Con estos chicos, más las incorporaciones de Brusco y Desagastizábal, se armó un lindo grupo. -Si tuviera que elegir una virtud de este plantel, ¿cuál destacaría? -La credibilidad en nuestro trabajo. Fue complicado hacerles entender a los jugadores que debían marcar en todas las jugadas con pelota parada, que debían estar atentos a lo largo de los 90 minutos. Muchas veces te encontrás con jugadores que no están dispuestos a tanto sacrificio, el futbolista debe entender que si no juega en función de equipo muy difícilmente podrá proyectar su futuro. El reflejo de lo que quiero es la selección argentina, donde todos están al servicio del equipo y no existen figuras. -¿Le molesta que digan que Belgrano en algún momento se va a caer? -No, porque esa opinión la tenemos que cambiar nosotros. Si el equipo mantiene esta regularidad en el juego la gente dirá otra cosa. Tanto River, Boca y San Lorenzo, son equipos que siempre estuvieron peleando títulos, mientras que Belgrano muchas veces no supo mantener el crédito que se necesita para aspirar a grandes cosas. Por eso a los jugadores les sigo hablando de la Promoción, no quiero que un quinto puesto sea un fracaso. -¿Los jugadores tienen claro que el objetivo es la Promoción? -Sí, siempre les digo que tengan los pies sobre la tierra. No quiero que venga una derrota como la que sufrimos ante Independiente y se esfumen todas las esperanzas y las ilusiones. -¿Cómo hizo para mantener la moral en alza? -Todo comenzó cuando llegué al club y los muchachos estaban muy mal porque peleaban el descenso. Lo primero que les dije es que el objetivo no era salvarse del descenso sino pelear un torneo de cinco fechas. No sabés con la cara que me miraron cuando les dije eso. Después con el tiempo me confesaron que estaba loco, ellos venían de estar sin cobrar, con un montón de problemas y un loco les decía que estaban para pelear el campeonato. Enseguida tracé un paralelo con River y San Lorenzo y terminamos siendo el equipo que más puntos sacó después de San Lorenzo, que se consagró campeón. Creo que ahí el equipo empezó a convencerse de que tenía que entregarse a nuestro sistema. Cuando terminó la Promoción se fueron los jugadores más importantes y con más experiencia. Prácticamente se desarmó el equipo, se fueron Pontiroli, Diego Capria, Artime, González, Sosa, Lujambio y Liendo. Tuvimos que arrancar de cero y la frase que usé fue concentración máxima. Les hice entender que en Belgrano los triunfos no iban a llegar de la mano de la suerte, sino con trabajo y esfuerzo. El lema es reducir al mínimo el margen de error. Por eso hoy cada jugador de este plantel conoce de memoria todo lo que tiene que hacer dentro de una cancha. Si no cometemos ningún error durante el partido, hay un noventa por ciento de posibilidades de que ganemos el partido. -¿Es de imaginar que con esto que dice se permite soñar con el título? -No, a mí no me gusta la palabra soñar. Lo mío tiene que ver con el sacrificio y el profesionalismo que le pongo a mi trabajo. Yo me ilusiono con eso.
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