Cuando el pintor Manuel Musto donó a la ciudad su casa de Saladillo para que "obreros y artesanos y todos aquellos que sintieran vocación artística pudieran cultivar su espíritu", quizás no imaginó que su voluntad permitiría que casi mil chicos, jóvenes y adultos se acerquen a diario a formar parte del gran taller de expresión en que hoy se convirtió la Escuela Municipal de Artes Plásticas que lleva su nombre.
Ubicada en Sánchez de Bustamante 129, "la Musto", funciona como una escuela desde 1945, sólo que a diferencia de la educación formal, el espacio de aprendizaje se construye a diario. "Trabajamos con modalidad de taller, de manera muy participativa, donde el docente no es quien otorga un conocimiento sino quien coordina, para que cada uno vuelque sus inquietudes y descubra sus capacidades en la expresión artística", dice la directora de la Musto, Marina Naranjo, para explicar cómo se organiza la enseñanza de cada técnica plástica.
Para Naranjo, el objetivo más ambicioso de los talleres es que los alumnos "puedan sentir placer en lo que hacen". Para muchos, asistir a una clase de dibujo, escultura o grabado es la oportunidad para empezar a abrirse en el mundo del arte, para otros, una oportunidad para pensar más tarde en una carrera o en un oficio, pero también es la posibilidad de cumplir con una asignatura pendiente. "Siempre me gustó esta escuela, es de diez, pero nunca pude asistir, ahora a los 54 años me doy el gusto. Pienso que nunca es tarde", afirma Clide, quien viaja dos veces a la semana desde Alberdi para tomar clases de pintura y artesanías.
Las aulas de la escuela Musto se abren a la comunidad con la convicción de que la educación es un derecho, por eso es gratuita y abierta sin restricciones. Una cuota de cooperadora de dos pesos es la única contribución mensual que se pide para ayudar a su sostenimiento. Al respecto, la directora Naranjo rescata el apoyo recibido del Fondo de Asistencia Educativo (FAE) para la ampliación del edificio, y el financiamiento de la Municipalidad de Rosario a los 20 sueldos docentes.
Muestra de trabajos
Si bien la Musto funciona paralela al ciclo lectivo, durante el año también desarrolla cursos temporarios. Uno de los últimos fue el de animación realizado por Pablo Rodríguez Jáuregui, también otros de cómic, fotomontajes y fotonovelas, los cuales amplían los demás talleres regulares de juguetería y cotillón, alfarería, diseño gráfico, fotografía, offset y litografía, entre otros. Actualmente, y hasta el 5 de octubre las producciones de los talleres se exhiben en la planta alta de la escuela.
Entre los trabajos, Tomás de 5 años, muestra su collage hecho con papeles y fibrones. "Dibujé un perro que festeja su cumpleaños y al que justo se le prendió fuego la cola", describe sobre su obra. Junto a él, Nerina, Bajra y Sofía, otras nenas del mismo grupo que Tomás y que no pasan los seis años, relatan la historia de un tren que partió a Santa Fe, llevándolas a ellas de pasajeras. Cada una se pintó saludando desde una ventana, al mejor estilo de autorretratos.
"Siempre trabajamos con una actividad motivadora, y luego invitamos a los chicos a representar la situación en forma creativa", dicen las maestras del grupo de los más chiquitos, Evelyn Francés y María Angeles Mondino. No es extraño ver en la muestra desde grandes cabezudos, cocodrilos y otros bichos modelados en cerámicas hasta pequeñas artesanías hechas con cartones y latas.
Según recuerda Marina Naranjo, en 1984, con el advenimiento de la democracia y bajo la dirección de Osvaldo Boglione, la Escuela cambió de rumbo, conformándose como un gran taller de aprendizaje. "Trabajamos con la idea de educación continua, pensando que lo que se hace en este campo es una inversión que abre muchos caminos, por eso también aquí la enseñanza tiene un claro compromiso con lo social y solidario", expresa Naranjo, al tiempo que se lamenta que no exista la generosidad de muchos Manuel Musto en la ciudad.