Osvaldo Flores
La novena peregrinación a pie a San Nicolás se convirtió en una de las más extraordinarias muestras de fe de los últimos tiempos. Una multitud de fieles llegaron ayer con las primeras luces del día al santuario de la Virgen de San Nicolás, después de haber caminado 62 kilómetros desde Rosario, donde partieron el sábado por la tarde. En la misa de campaña, el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Mirás, pidió por "la paz en el mundo" y que "no se confunda la justicia con la venganza, ni el derecho con el odio" en referencia al posible ataque de los Estados Unidos contra Afganistán y sus aliados en represalia a los atentados terroristas de Nueva York y Washington. El prelado también se refirió a la situación social y rogó para que el país "encuentre su rumbo". Apoyados en improvisados bastones, exhaustos y con los pies hinchados y ampollados, los peregrinos -en su mayoría jóvenes- arribaron al Campito de la Virgen. Muchos se tiraron a descansar y cualquier lugar fue ideal para acostarse o sentarse a pesar del rocío. Sin embargo, ante la imagen de María y con los ojos nublados por las lágrimas, renovaron sus fuerzas y su fe. Los organizadores estimaron que la convocatoria fue superior a la del año pasado, cuando se calculó que 140 mil personas participaron de la peregrinación. Este año la columna de fieles cubría más de 20 kilómetros en la ruta, según Alejandro Fortini, de la coordinación. La marcha partió el sábado a la tarde desde Ayacucho y Arijón y caminó por la ruta 21 donde hubo distintas paradas antes de llegar a San Nicolás. Los fieles siguieron muy atentos la misa que celebró Mirás junto a su par de San Nicolás, monseñor Mario Maullión. En su homilía, el obispo de Rosario dedicó un párrafo al conflicto internacional. "Hay que evangelizar el mundo para humanizarlo y lograr una vida en paz y dignidad junto a nuestros hermanos agobiados", pidió, a la vez que oró por "los que no tienen trabajo y los que sufren el peso de las condiciones económicas que nos envuelven". A media mañana, los peregrinos empezaron a retirarse. Los rosarinos Gustavo y Carina lo hicieron con su beba, Leysa, quien los acompañó en todo el camino, para cumplir una promesa con la Virgen porque la nena se curó de una enfermedad. Los bomberos voluntarios Beto, Bolita y César estaban contentos por haber podido llegar después de viajar en bicicleta desde San Lorenzo. Los mensajes de agradecimiento a la Virgen y las plegarias por trabajo y salud fueron una constante frente al altar. Para muchos, la peregrinación fue todo un desafío de demostración de amor y fe como el caso de Gladys, de Villa Gobernador Gálvez, quien vino en su silla de ruedas repitiendo el rito de hace ocho años.
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