Año CXXXIV
 Nº 49.249
Rosario,
lunes  24 de
septiembre de 2001
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Quieren reactivar la zona comercial de Cafferata y Urquiza
El barrio de la Terminal busca refundarse
Es un sector clave por el incesante movimiento de gente. Más cerca del viaducto, el perfil es residencial

Sergio Roulier

Detrás de la Terminal de Omnibus, entre Santa Fe y las vías del cruce Alberdi, se esconde un barrio anónimo, estrictamente residencial y con un centro comercial de referencia, el de Cafferata y Urquiza. Al sector más cercano al viaducto Avellaneda se lo conoció como barrio Jardín, por su pasado de quintas y casas de amplios parques. Tiene vida propia, con calles muy transitadas y otras más tranquilas. Sus límites no son muy precisos, ya que instituciones que están por fuera influyen en su dinámica, como las facultades del área Salud, el hospital Centenario y el Patio de la Madera, sitios que son la clave del movimiento incesante de gente. La idea de refundar su sector de negocios llevó a que se reflotara la asociación de comerciantes tras la consigna de darle un nuevo impulso a la zona.
Sin dudas este barrio creció entre ferrocarriles, de un lado estaba la estación del Mitre y del otro La Francesa, que luego se convirtió en la terminal Mariano Moreno. Así creció y se desarrolló el nudo comercial sobre Cafferata, y se poblaron sus alrededores. De Castellanos hacia el oeste, una empresa urbanizó los terrenos y surgieron viviendas con jardines en los frentes y árboles en las veredas. Allí fueron a vivir los jerárquicos del riel y los comerciantes.
Se instalaron negocios como la tienda Buena Vista de los Bensadon, el bazar Erquicia, los almacenes La Estrella, la zapatería Prado y la peletería Landy. La caída del ferrocarril y la crisis obligó a muchos a cerrar y se dice que el 40 % de los locales están cerrados. Pero los comerciantes quieren recuperar ese sector y, entre otras inquietudes, propusieron crear un nuevo centro de distrito en Cafferata y Urquiza. Mañana se lo propondrán al intendente Hermes Binner, que estará de visita en la zona.
La Terminal de Omnibus le da un ritmo particular, con mucha gente de paso y un tránsito constante. Si bien hay hoteles y negocios por Santa Fe, la zona no es segura. Enfrente está el Patio de la Madera, que vino a terminar con un paredón de años y abrió un espacio público. Los distintos eventos que concentra le otorgan más movimiento a la zona.
Las facultades de Medicina, Odontología, Bioquímica y Farmacia influyen en el movimiento del lugar. Van y vienen estudiantes, que se mezclan con la gente que concurre al hospital. Las escuelas donde van los chicos del barrio también están fuera del radio.
El perfil más residencial lo tienen sus calles interiores. De Castellanos hacia Avellaneda se ven casas de dos plantas y algunos edificios, el más nuevo es el que hizo la provincia en Santa Fe y Lavalle con 88 departamentos.
En el barrio sobresalen los espacios públicos, como plazoletas con juegos para niños. Vive gente de clase media, en su mayoría jubilados, empleados y comerciantes. Los vecinos están muy conformes con el lugar. "Es un barrio muy tranquilo y ubicado estratégicamente, ya que se está a diez minutos de todo", define el joven Misael. "Quizás ahora hay más tránsito, pero igual permite que los chicos jueguen en las cortadas", agrega Lucila.
El movimiento de trenes en la zona es escaso. El tránsito vehicular se intensificó sobre Catamarca y Bordabehere, y el nudo con Alsina es peligroso. Hay que prestar atención por la variedad de manos, "se mejoró la circulación, pero sigue siendo complicada", apuntó el ingeniero Tinelli, vecino de la zona.
Más cerca del viaducto Avellaneda, que cambió el destino urbano de la zona, la vida no tiene demasiados sobresaltos. Claro que los problemas siempre están relacionados con los ruidos de los autos que van por el puente -al que le falta mantenimiento-, los arrebatos, y la falta de iluminación, según Zulema y María Elena, dos veteranas del lugar.
El barrio no tiene vecinal, había una que dejó de funcionar y otra, recién creada, que apenas abarca algunas cuadras. Pero ésta lleva el nombre de un vecino ilustre del lugar, el de Esteban Laureano Maradona, quien vivió sus últimos ocho años en una casa de Castellanos al 300. Es uno de los pocos barrios que se da el lujo de tener semejante referente.



El perfil comercial se destaca sobre la calle Cafferata.
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El personaje: Jaime Remolins
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