Washington. - El presidente norteamericano, George W. Bush, intentó ayer inyectar confianza en la economía del país, mientras el Congreso aprobó un plan de ayuda extraordinaria de 15.000 millones de dólares a las compañías aéreas, fuertemente golpeadas tras los ataques terroristas. Bush, desde Camp David, la residencia de descanso presidencial, consultó a sus consejeros y transmitió su mensaje a los norteamericanos. "Los terroristas -dijo Bush en su mensaje radial de los sábados-, fueron capaces de derribar el World Trade Center, un símbolo de la prosperidad de EEUU, pero no pudieron atacar las bases de la solidez económica norteamericana".
El mensaje de Bush, que infunde confianza y optimismo, es el enésimo desde el inicio de la semana, cuando los mercados bursátiles de Wall Street reabrieron sus puertas y oficinas, tras la pausa impuesta por los atentados terroristas del 11 de septiembre.
En el breve discurso radial, Bush reconoció que los ataques fueron "un impacto" también para la industria y las finanzas. "Los terroristas querían golpear la economía, no sólo a la gente", dijo. Y en parte lo lograron. En su intervención ante el Congreso, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, recordó el jueves que el daño ya está hecho: una semana de producción prácticamente perdida, consumos parados, la actividad financiera paralizada (y luego en picada, no obstante el «patriotismo» de aquellos que no vendieron).
Bush hizo hincapié en el hecho de que la economía norteamericana "está fundamentalmente sana". El bienestar del país descansa "sobre la capacidad, el trabajo y el espíritu empresarial" del pueblo norteamericano, que "continúa siendo fuerte" como lo era antes de los ataques.
Pero la bota de los terroristas se hunde ahora en la desaceleración del crecimiento, en curso desde el último trimestre del año pasado, o sea, desde hace casi un año, y agudiza los temores de recesión. Los índices de crecimiento del tercer trimestre de 2001 podrían ser negativos.
Mercado emotivo
Los analistas de Wall Street reconocen que el mercado "es fuertemente emotivo" y que "la gente vive y trabaja con el miedo, físico y financiero".
El discurso de Bush, también juega sobre las emociones. "Pueden tener confianza, porque el clima económico volverá a mejorar. Seguimos siendo la mayor nación sobre la faz de la Tierra y ningún terrorista podrá decidir nuestro destino", dijo.
En lo inmediato, se debe evitar la quiebra de la industria aeronáutica, comprendidas las compañías aéreas y los constructores. Fueron más de 150.000 puestos de trabajo que se perdieron en menos de 15 días con la destrucción de las Torres Gemelas. Una compañía cayó, otras agonizan, y las previsiones de caída del tráfico aéreo hablan del 20% al 25%.
Bush prometió hacer cuanto sea necesario para que "las compañías continúen volando". En tiempo récord, y por amplia mayoría (en el Senado hubo un solo no), el Congreso de EEUU lanzó el viernes un paquete de ayudas extraordinarias para las compañías aéreas.
Fueron U$S 15.000 millones que los parlamentarios avalaron formalmente en el curso de 48 horas, después del acuerdo alcanzado por el secretario de Transportes, Norman Mineta, y los líderes de los grupos parlamentarios. El paquete prevé intervenciones inmediatas por U$S 5.000 millones y otros U$S 10.000 millones en garantías sobre los préstamos. Además, la Administración Bush prevé gastar U$S 3.000 millones de dólares para mejorar la seguridad en los aeropuertos y a bordo de los aviones, así como para combatir el miedo a volar que domina a los estadounidenses. (Ansa)