La creación de un circuito financiero accesible a las pymes requiere de la aplicación de una serie de incentivos. Uno de ellos, tiene que ver con los plazos de los préstamos. Actualmente, resulta lógico que las entidades financieras opten por préstamos de corto plazo antes que financiaciones a mediano o largo, dado que no existen incentivos concretos para que esto suceda.
Por eso es importante que se tenga en cuenta la forma en que financian los bancos a sus clientes, para las exigencias de capitales. Ante préstamos más largos, menos capital, y a más corto plazo, aumento del capital.
Por otro lado, las normas de previsionamiento son las adecuadas pero parecen caer en un exceso cuando se previsiona el 1% de los préstamos otorgados que se están cumpliendo en tiempo y forma sus compromisos.
Por otra parte, una pequeña y mediana empresa que desea regularizar su situación con las entidades financieras, para poder mejorar la categoría cuatro -en el caso de que haya procedido a refinanciar la deuda- debe abonar el 40% del compromiso refinanciado. Se necesita una revisión a la baja de dicho porcentaje.
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Es conocido por el mercado en general que la pequeña y mediana empresa muchas veces recurre al crédito tradicional, que es el adelanto en cuenta corriente o negociación de valores, ambos en pesos. Por lo tanto, ante cada escenario de crisis, en el cual su aspecto comercial sufre caída en las ventas y pérdida de rentabilidad, en su esquema financiero por efecto de la dolarización de los depósitos en las entidades, implica una restricción para el crédito en pesos.
Se considera que se puede analizar, al menos en esta etapa, hasta tanto el mercado pueda adaptar productos más razonables para las pymes, poner en funcionamiento una caja compensadora en dólares en todo el país, que permita la posibilidad de canjear cheques en dólares, que se realizarían a una tasa más baja que las de pesos (diferencial que se genera en el sistema), de modo tal de bajar el costo del dinero a las pequeñas y medianas empresas.
Recategorización
La cartera de préstamos se descompone en créditos comerciales y créditos para consumo y vivienda. Una propuesta sería incorporar una tercer categoría que sería "Cartera para pymes", que comprende todas las financiaciones y garantías otorgadas, a empresas del sector agropecuario, industrial y minería, comercio y servicios, encuadrados de acuerdo a la categoría micro, pequeña y mediana empresa, tal como lo prevé la circular 3321 del BCRA, admitiendo en esta categoría a compañías que tengan determinada facturación anual, excluidos los impuestos al valor agregado e internos. Esta cartera debería ser evaluada por las mismas normas que la cartera comercial.
Esto permitiría tener una mejor información sobre qué cantidad de los préstamos volcados al mercado van al sector pymes propiamente dicho, y a su vez se podría generar un sistema de incentivos, para que las entidades financieras acrecienten su porción de préstamos a este importante sector de la economía.