La falta de credibilidad en la mayoría de los políticos y la ausencia de fervor proselitista se manifiestan en Rosario con datos elocuentes: más de la mitad de los ciudadanos en condiciones de sufragar no conoce a los candidatos y se registran índices muy elevados de intención de votos en blanco e impugnados.
Sobre el conocimiento real de los postulantes a los distintos cargos que se eligen el 14 de octubre, la respuesta de los consultados fue contundente: el 54 por ciento dijo no saber los nombres de los candidatos. No menos sorprendente es el ítem que refiere a la intención de voto. A menos de un mes de las elecciones, el 53 por ciento todavía no tiene definido un candidato por el cual optar cuando ingrese al cuarto oscuro.
Estos datos se desprenden de una encuesta realizada por Target Consulting a pedido de La Capital. La modalidad de la consulta fue en base a llamados telefónicos elegidos al azar, pero cubriendo toda la geografía rosarina. El muestreo abarcó 400 casos y fue realizado entre el 18 y 20 de septiembre.
El riesgo político
La encuesta no estuvo focalizada en preguntas específicas sobre la preferencia por partidos políticos o candidatos. De todos modos, el hecho de que más de la mitad de los consultados haya señalado su desconocimiento total sobre quienes aspiran a algún cargo marca una tendencia que ya se venía insinuando en los últimos meses en el humor popular: el fuerte rechazo de la gente hacia la clase política, sin distinción de banderías.
El dato es sumamente preocupante y, a esta altura del proceso preelectoral, deja un signo evidente del marcado abismo que existe entre los políticos y la población.
Esta falta de confianza o de representatividad asomó con mayor nitidez cuando se les preguntó a los rosarinos por quiénes iban a votar en los comicios de octubre. Más de la mitad de los encuestados (53 por ciento) aún no está definido, el 13 por ciento respondió que votará en blanco y el 17 por ciento se mostró proclive a que le impugnen el sufragio. Sólo el 17 por ciento tiene una posición definida por algunos de los postulantes.
Aquí salta un dato que por estos momentos desvela por igual a dirigentes y analistas políticos. La sumatoria del voto en blanco, la impugnación premeditada y los indecisos alcanza el 83 por ciento de la torta estadística. Si esta tendencia se traduce luego en las urnas, los guarismos que les corresponden a los partidos o candidatos es peligrosamente insuficiente para sustentar su legitimidad política frente a los ciudadanos.
Las próximas elecciones pueden arrojar parámetros jamás vistos desde el retorno democrático, en 1983. El voto en blanco, que siempre tuvo un índice histórico de entre el 5 y 6 por ciento, esta vez podría acentuarse con niveles altísimos.
La red de complicidades
Lo mismo sucede con el voto impugnado, que insinúa ser la vedette en las elecciones de octubre. Es más, hay quienes están aprovechando Internet para tejer una red de complicidad antipolítica con el objetivo de alentar al electorado a colocar en el interior de los sobres imágenes de próceres como San Martín, Belgrano o Sarmiento en reemplazo de los candidatos de carne y hueso que pugnan por un cargo (ver aparte).
Se pretende con esta modalidad acentuar el desinterés por todo aquello que tenga olor a política, pero, al mismo tiempo, mandar un mensaje de ética y rectitud, virtudes que no creen encontrar en la actual dirigencia, desprestigiada hasta al paroxismo y que se puede transformar en el corto plazo en un arma de doble filo por ser un perfecto caldo de cultivo para aventuras mesiánicas impregnadas de autoritarismo.
Encontrar respuestas que posibiliten cualificar los fríos números de una encuesta es todo un desafío analítico pues el malhumor social se bifurca en varios senderos y hace que la lectura no sea unívoca. Pero una de las razones inocultables del hartazgo popular se puede centrar en la falta de respuestas que tienen los políticos frente a la grave coyuntura económica y social.
Quizás esto es lo que permite poner blanco sobre negro ante el escepticismo que hoy inmovilizada al electorado, con marcadas muestras de desinterés sobre los comicios en puerta. Que a escasos días de las elecciones sólo el 9 por ciento de los consultados conozca a los candidatos es una referencia más que elocuente, sobre todo si se tiene en cuenta que quienes se postulan el 14 de octubre ya se presentaron en otras elecciones y ocupan u ocuparon cargos legislativos o ejecutivos de singular importancia.
Revertir esta sensación de opacidad política es el gran desafió que debe encarar la dirigencia santafesina para contrarrestar la abulia ciudadana, más allá de la lógica pretensión de querer colocar la mayor cantidad de candidatos en las bancas del Concejo Municipal o en las Cámaras de Senadores y Diputados de la Nación.