A partir de la vida en comunidad, la salud del hombre se vincula con su entorno y las relaciones establecidas con quienes lo rodean. Por tanto, una vida saludable no implica sólo la ausencia de enfermedad, sino también los hábitos de vida, qué comemos, cómo respiramos, si tenemos trabajo, cómo amamos y de qué manera nos insertamos en la realidad que nos toca vivir. En ocasiones, la alteración de alguno de estos parámetros trae consigo el malestar, tanto físico como psíquico. Así es como surge el concepto de calidad de vida.
La calidad de vida se vincula entonces con la promoción de la salud, reconociendo como tal aquellas prácticas impulsoras del derecho a la vida, al bienestar y al goce en plenitud.
Desde esta perspectiva, el municipio rosarino, a través del Programa de Educación para la Salud, organiza encuentros gratuitos destinados a personas de cualquier edad, sexo y condición social, sobre diferentes temáticas. Hábitos y estilos de vida, alimentación saludable, cuerpo en movimiento, expresión artística, autocuidado de la salud desde una perspectiva de género, integración de las diferencias y vida cotidiana y VIH/sida integran la lista de temas del programa "Rosario, municipio saludable", de la Secretaría de Salud municipal.
El esfuerzo no debe ser únicamente desde el Estado sino en conjunto con las organizaciones, sostiene la coordinadora del programa de Educación para la Salud, Mariana Okon. Esto se traduce en la participación de instituciones comunitarias y asociaciones profesionales que adhieren a la iniciativa, entre otros, el Grupo de Autoayuda al Enfermo Epiléptico, Lalcec, Red Psicoterapéutica, Asociación de Oncología, Fundación de la Federación Argentina de Cardiología y la Sociedad de Neumonología, entre otras.
"La propuesta apunta a que las personas puedan encontrar alternativas saludables para su vida, y para ello ofrecemos un espacio donde puedan descubrir sus propios saberes, intercambiarlos y construir nuevos proyectos", agregó Okon.
El lugar elegido para los encuentros es el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema), San Luis 2020, donde también se pueden inscribir los interesados en sumarse a alguna de las actividades. También pueden hacerlo a través de los teléfonos 4802548 y 4802555, internos 3141/3140.
Los grupos se integran con un máximo de 30 personas, con el objetivo de lograr la participación activa de los concurrentes, "Aspiramos a que las personas piensen acerca de la alimentación que consumen, cuáles son sus habitos de vida y qué opciones tienen para mejorar", subrayó Okon.
Espacios expresivos
Como seres humanos contamos con diferentes formas de expresión. Entre ellas, la artística, permite apelar a códigos no formales a través de los cuales expresamos ideas, deseos, angustias y alegrías.
La unidad temática que concibe a la expresión artística como un recurso para lograr una vida saludable, comprende tres módulos: voz cantada (cantemos la justa); expresión corporal (un gesto, una señal); y palabra escrita (dame letra). Cada uno de ellos a cargo de profesionales expertos en construir nuevos lenguajes.
"En general, todos padecemos alguna enfermedad en distintas etapas de nuestra vida. A través de la expresión artística podemos retrabajar la relación con su problemática, con el profesional, con el entorno y con su familia. Esto mejora la calidad de vida", dijo a La Capital Julio Minuchi, coordinador de las actividades de expresión artística.
Minuchi resume de esta forma el contenido de los encuentros. "Lo artístico permite a las personas situarse como protagonista de situaciones que le ocurren a otros". Sin embargo, se apresura en aclarar que los talleres no están planteados como espacios terapéuticos, sino como "lugares de salud y no de enfermedad".
Cantemos la justa
Coordinado por Fernando Montalbano, el taller "Cantemos la justa" rescata el hecho de cantar como acción cotidiana, creativa y saludable, para lo cual, "no hace falta tener buena voz ni entonación", aclara su responsable, al tiempo que despeja dudas respecto a que el taller sirve para aprender música. Por el contrario, dice, es un facilitador de la habilidad humana de transmitir mensajes desde otro lugar que no sea el hablado o el escrito.
"Formamos varios grupos, de cuatro o cinco personas, y trabajamos el concepto de voz cantada en forma de juego, recreando textos y canciones", explica. Para ello, el coordinador orienta los recursos de los participantes, lejos del rol formal del docente verticalista.
"El único terreno donde el adulto se anima a ser otro es a través del juego, que no es otro que el espacio entre lo real y lo fantástico", subraya Montalbano. "Cualquiera puede cantar, pero nadie puede cantar tu vida", finaliza diciendo.
Un gesto, una señal
Con el propósito de brindar herramientas básicas que incentiven la exploración y el vínculo con los demás, el taller de expresión corporal "Un gesto, una señal", coordinado por David Farías, fomenta la práctica de las técnicas de expresión artística centradas en el uso del cuerpo, y fortalece la noción de armonía en las actitudes y los movimientos. Las actividades se centran en el reconocimiento del espacio y revisión de la secuencia de gestos cotidianos.
Dame letra
La licenciada Julieta Lopérgolo es la responsable de la propuesta "Dame letra" donde el objetivo es favorecer la producción de textos escritos en forma grupal; reinvindicar el uso activo de la escritura, sea para el ocio, divertirse, aprender o pensar, más allá de toda pretensión literaria.
La propuesta dedica parte del tiempo a la exposición de escritos motivadores que una vez leídos y comentados, se convierten en una consigna para la producción grupal.
El coordinador escucha los comentarios, dudas y críticas para encausarlos hacia la lectura y la producción escrita.
"La escritura es un instrumento para desarrollar ideas. Escribir consiste en aclarar y ordenar información, hacer que sea más comprensible la lectura, pero también para nosotros mismos", dice Julieta Lopérgolo.
"No se puede enseñar ni aprender a escribir. Existen tantas maneras de hacerlo como escritores", agrega la especialista. Cada persona puede cultivar la afición por la escritura de una forma parecida. Sólo se trata de saber encontrar los beneficios personales que aporta la tarea.