Año CXXXIV
 Nº 49.243
Rosario,
martes  18 de
septiembre de 2001
Min 7º
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cartas
Patrimonio nuestro

Asisto con preocupación a un nuevo intento de borrar nuestro patrimonio. Me refiero al "nuevo" proyecto de demolición de la parroquia Cristo Rey, de Fisherton por parte del padre Gorza y el arzobispo Mirás. Es lamentable pensar que se tome a dicho edificio como una simple construcción cuyos dueños pueden hacer con ella lo que se les plazca. Muchas veces construcciones semejantes trascienden su función específica y adquieren valores superiores, cabe como ejemplo, el Palacio Minetti, la Bolsa de Comercio, Correo Central, Palacio Fuentes, entre otras. Estos se han convertido en íconos reconocibles de nuestra ciudad. Puntos de encuentro, fieles testigos de nuestra historia, progreso, idiosincrasia. En efecto, a veces los edificios son parte de nuestro ser, basta pensar que ellos hablan de quienes los hicieron, los habitaron y los usan. Simplista sería pensar, a modo de ejemplo, que el Monumento a la Bandera es una torre, una escalinata o un escenario. El Monumento es también un punto de encuentro que refleja nuestras aspiraciones, alegrías o broncas. Además, es verdad que muchas veces se ve desbordado por la afluencia de gente, pero a nadie -por ahora- se le ha ocurrido derribarlo. Destruir edificios, no es solo tirar ladrillos, es también destruir la historia, es negar a futuras generaciones, saber de sí mismas. ¿Qué coherencia existe entonces señor, si hoy usted impulsa la demolición de un edificio fundacional del pueblo de Fisherton? Con esta filosofía, derribemos la parroquia Cristo Rey, pero también su casa parroquial, el progreso así lo exige ¿no? Pido a la comunidad toda que no nos quedemos al margen de estos asuntos, la cultura es producto de todos nosotros, y no es potestad de los políticos, religiosos o laicos, decidir qué es preservable o no. Argentina ya ha tenido estas clases de "selecciones" arbitrarias; edificios, ideas o personas ya fueron víctimas de ellas. No estemos al margen, nuestra identidad está en juego. El patrimonio es colectivo más allá de que la propiedad sea privada.
Arquitecto Martín Alejandro Alvarez, docente de la UNR


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