Torkham (frontera entre Pakistán y Afganistán). - Una enorme reja de hierro, en buena parte oxidada, separa el "infierno" del Afganistán de los talibán del "paraíso" de Pakistán.
"Hemos tenido tantos bombardeos que uno más no hará diferencia", dice Kari Azizullah, de 38 años, apenas llegado a la frontera desde Kabul.
Una anciana mujer, que se da el lujo de no usar el burka, el velo integral que obligan a vestir los talibán, protesta contra las autoridades fronterizas. "¿Pero qué documentos en regla? Yo pagué para pasar", grita.
Desde la parte afgana de la frontera cientos de personas se agolpan contra la reja. "Las órdenes son precisas -afirman los funcionarios paquistaníes-, sólo los que tienen documentos en regla pueden pasar". Es necesario legalmente un pasaporte afgano y una visa paquistaní.
Según las organizaciones humanitarias, son 5.000 los afganos que intentan ingresar a Pakistán para huir de la posible represalia de Estados Unidos. Washington sostiene que el principal acusado de los atentados del martes es Osama Bin Laden, el extremista saudita refugiado por los talibán desde hace cinco años. "Estados Unidos -afirma el joven Remathullah- sabe bien quienes son sus verdaderos enemigos. Pero no sabe como combatirlos y encontró a los afganos como el chivo expiatorio más conveniente".
Otro refugiado comenta: "Afganistán no es más que otro polígono de tiro donde todos prueban sus armas. Cuando quieren experimentar un arma nueva, vienen a hacerlo en Afganistán".
Territorio tribal
El pueblo de Torkham, sobre el paso Khyber marca la frontera entre los dos países. A cincuenta kilómetros de Peshawar, capital de la provincia de la frontera del noroeste de Pakistán, el territorio es netamente tribal. Las tribus de pashtu viven a caballo de la frontera, que nunca han reconocido y que tienen una gran autonomía administrativa respecto del poder central.
A la salida de Peshawar, después de haber obtenido un permiso especial, los visitantes deben ser acompañados por una "guardia tribal", o como dicen los funcionarios paquistaníes, de un "gunman" del cuerpo paramilitar de los "Rifles de Khyber".
Además de los nombres que recuerdan los libros de aventura de Ryudyard Kipling, en Torkham hay poco de romántico: es un bazar pequeño, sucio, que parece detenido en la Edad Media.
Camellos demacrados y perros hambrientos. Niños con las ropas desgarradas que buscan desesperadamente una billetera, alguna rupia paquistaní. "Ahora los afganos combaten entre ellos -agrega Azizullah- y si hay un ataque de Estados Unidos quizás tengan un enemigo común, se unirán y reiniciarán la Jihad", la guerra santa que para los afganos es sinónimo de la resistencia a la invasión soviética iniciada en diciembre de 1979.
Zarkeeb, un hombre que afirma tener 40 años y parece tener 20 más, con su barba gris que inunda su cara, es sarcástico: "La gente en Afganistán es tan pobre que espera los misiles con ansiedad porque por lo menos podrán vender los pedazos en Pakistán".
Pashtun, la etnia clave
La pashtun es la etnia mayoritaria en Afganistán y en su mayoría vive al sur de Kabul. Los talibán son mayoritariamente pashtun y gozan de una fuerte simpatía entre la población local, por una solidaridad étnica y por convicción política.
Muchos en Torkham protestan por las máquinas fotográficas y las cámaras televisivas de los periodistas, en línea con la ideología que marca a los talibán, enemigos de las imágenes electrónicas y de la tecnología moderna. Las discusiones están a un paso de la pelea física.
Imprevistamente alguien grita y todos corren hacia las barracas del bazar. "Ahí están, son los que quieren entrar clandestinamente", dicen.
Sobre las ásperas rocas de Khyber, a lo lejos, se puede ver cómo las túnicas blancas desaparecen rápidamente del paisaje antes de que la guardia fronteriza paquistaní comience la persecución.
l único afgano que viaja en dirección contraria es Abdur Raham.Trabajó algunos días en Peshawar y ahora está en camino hacia Kabul.
-¿No le teme a un bombardeo? \