Mauricio Maronna
La única cura para los males de la democracia es más democracia”, decía Al Smith. La sentencia resulta oportuna para el momento que atraviesa a la Argentina, donde el descreimiento hacia los políticos es una moneda común. En eso coinciden Oscar Blando (profesor titular de Derecho Político de la UNR) y Hugo Quiroga (profesor titular de Teoría Política e investigador de la Universidad de La Sorbona). A punto de presentar junto a otros politólogos el libro “Desafíos del Presente”, Blando y Quiroga aceptaron posar la lupa sobre el diezmado panorama preelectoral, a poco menos de un mes de los comicios, y, fundamentalmente, esbozar un menú de alternativas que sirvan para modificar el estado de las cosas. _La Crisis del Senado apareció como el punto de partida hacia una nueva forma de hacer política. Sin embargo, todo quedó en la nada. _Quiroga: Evidentemente, el proceso de moralización no llegó. Fue un intento centrado en el vicepresidente Carlos Alvarez, pero un sector muy importante de la clase política se resistió y va a seguir resistiendo a que se produzcan cambios. Después renunció Alvarez y la sociedad se llevó una nueva frustración al comprobar que no hay posibilidades de transformación. La clase política está ahora cada vez más sospechada de corrupción y la escasa renovación de los partidos profundiza la carencia del vínculo de representación. _¿Y cómo se supera? _Quiroga: Está dañado el vínculo de representación entre gobernantes y gobernados. Acá tienen que sobrevenir cambios, y esto sucederá con la reforma de la política. _Pero las alternativas en la Argentina son de muy poco espesor, muy frágiles. El ARI llena sus listas de artistas, pero muchos no pueden pronunciar frases que vayan más allá del simplismo. _Quiroga: El Frepaso hizo una alianza que sirvió para sacar del poder al menemismo pero no tuvo capacidad de gobierno. Hay un espacio de voto independiente que es muy importante y que en su momento tuvo como destinatario al Partido Intransigente y a la Ucedé. En crisis el Frepaso, ahora aparece el ARI, que no es un partido, no tiene programa de gobierno. Es una manifestación ética de las indignaciones que producen la desigualdad y la corrupción. Pero desde el puro discurso ético no se construye un programa político. Además es cierto, ya no se recurre a los políticos sino a personalidades populares, lo que también lleva a más descrédito de la política. _Blando: Voy a contradecir un poco a Quiroga. Es un atrevimiento decir que los políticos están alejados de la gente. Como si los políticos no fueran parte de la sociedad... Esta idea de la ajenidad es errónea. Los políticos expresan a la sociedad que tenemos y representan al modelo capitalista que hay. Y además, muchos políticos hacen demagogia pensando en lo que la gente quiere: por eso votan la ley del dos por uno, compiten para presentar proyectos de reforma política que incluyen casi exclusivamente mayor ajuste y se olvidan de los principal. Los piqueteros llegan porque los dirigentes sindicales no ofrecen respuestas. Los representantes gremiales no tienen mejor imagen que los políticos; los empresarios conniventes con los sobornos tampoco tienen mayor credibilidad, y mucho menos los militares. Lo que existe es una caída del liderazgo de la clase dirigente. _Teniendo en cuenta la falta de rumbo del gobierno, ¿no llegará el momento en que la sociedad pida, apenas, la reconstitución del principio de autoridad? _Blando: Menem hizo cosas mucho más graves que De la Rúa, pero hay un dato clave: el partido lo acompañó. En cambio, con la Alianza aparecieron las discusiones. _Quiroga: Hay crisis de autoridad pública, estatal, que también la tuvo Alfonsín hacia el final del mandato. Y Menem vino a restaurar esa crisis de autoridad. Pero acá aparece la maldición de la democracia, que debería ser el gobierno de las leyes, pero hacen falta liderazgos. De Menem se decía que su liderazgo era excesivo, plebiscitario, pero a De la Rúa se lo critica porque carece de liderazgo. Lo que la falta a la Argentina es un proyecto colectivo con orientación estratégica y con un cierto sentido nacional. Además, la democracia no renovó a la dirigencia política, no aparecieron nuevos cuadros. _Blando: Tampoco comparto esta historia del corte generacional. Beliz, por más que sea joven, no mejora a la clase política... Lo que hay que resaltar es el fracaso de este intento de gobierno de coalición. Si De la Rúa no consultaba con Alvarez y no consulta con el partido radical, ¿con quién consulta? _Quiroga: La soledad de De la Rúa es enorme, no tiene partido, gobierna solo. _Blando: El gobierno se quedó hasta sin candidatos que defiendan su acción. _Pero la sociedad tiene un discurso muy contradictorio: a Chacho le reprochaban haber firmado el decreto de desregulación de obras sociales y de apoyar el primer ajuste. Y cuando renunció, esa misma gente, lo criticó por haberse ido. _Blando: Desde el punto de vista de la ética política lo de Chacho es irreprochable, lo que sucede es que fue una pérdida importante por la envergadura del cargo. _Quiroga: La sociedad le reprochaba a Chacho la firma de los decretos porque pensaba que las medidas iban a ser otras, distintas a las del menemismo. Alvarez desde el gobierno apostaba a la gobernabilidad y a la ética de la responsabilidad. El otro problema es que Chacho cometió un profundo error político al retirarse del gobierno. La actitud de Alvarez fue un suicidio político. _Mucha gente que no votará el 14 de octubre cree que de esa forma le dará un cachetazo a los políticos. ¿No es una ingenuidad pensar que eso borrará de un plumazo a los “impresentables”? _Blando: Va a decidir menos gente, pero va a decidir igual. Además, los aparatos van a conservar y hasta aumentar su influencia, igual que los que tengan mayor poderío económico. Fundamentalmente con esta perversa ley de lemas que favorece a la corruptela. _Quiroga: El ciudadano tiene muy poco poder y una de las herramientas de poder es el voto: por eso habrá un voto castigo como llamado de atención a los políticos. _Blando: Hay una distorsión democrática muy grave: el elector vota a alguien para que decida por él. En realidad, debería elegirse a la persona que ejecute los proyectos que ese ciudadano reclama. La ley de lemas de Santa Fe agudiza estos problemas, la falta de identificación simbólica de los partidos. No se discuten proyectos, alternativas ni proyectos. Hoy, para hacer política hay que tener menos escrúpulos que antes.
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