Año CXXXIV
 Nº 49.241
Rosario,
domingo  16 de
septiembre de 2001
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Los castillos medievales de Gales
En las fortalezas confluyen los relatos celtas del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda con los imaginarios nombres de la espada de Excalibur y el Reino de Camelot

Los galeses del Reino Unido afirman que toda su historia está en los castillos de su pequeño país, porque entre los viejos muros de esas fortalezas campea el espíritu de los hombres que supieron del dominio romano y de la conquista normanda; los que vivieron la resistencia galesa y el reinado inglés.
En los castillos confluyen los relatos celtas del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, tanto como los imaginarios nombres de la espada de Excalibur y el Reino de Camelot.
Evocando el pasado de conquistas y asedios se llega, inexorablemente, a diciembre de 1868, cuando el tercer marqués de Bute rompió con la tradición protestante de su familia anunciando su conversión al catolicismo, un acto calificado de escandaloso.
El marqués era, por obra y gracia de herencias recibidas, el hombre más rico del mundo a los 20 años. Era el dueño del castillo de Cardiff, que un matrimonio de conveniencia había puesto en manos de la familia Bute, enriquecida por las exportaciones de carbón después de la Revolución Industrial.
El marqués se convirtió en gran benefactor del clero católico, desarrolló una pasión obsesiva por la arqueología y se dedicó a estudiar lenguas antiguas. Y a un año de su cambio de fe, como regresando desde el éxtasis a lo terrenal, con el mismo fervor se lanzó a redecorar el castillo.
De su imaginación surgieron varias torres góticas y una torre reloj de casi 50 metros. Pero el castillo en sí ya era una curiosidad, porque sobre un promontorio hay un castillo dentro de otro; el interior lo levantaron los barones normandos y el otro los sucesivos conquistadores.
El joven marqués de Bute logró dotar al castillo de Cardiff del estilo victoriano de aquellos tiempos, que es lo que se aprecia en los tours de 45 minutos que recorren esta fortaleza rodeada de un césped perfecto por el que caminan pavos reales.
El estudiado circuito catapulta al visitante a pleno siglo I, al descender al subsuelo por una tenebrosa escalinata. Allí están los cimientos de la muralla construida por los romanos cuando Nerón dominaba Gales.
También se atraviesan salones de banquetes donde se mezclan los estilos medieval y clásico, pero lo más asombroso es la réplica de parte del Palacio de la Alhambra, con una fuente islámica y versos en hebreo cincelados en las paredes.
Pero la pasión del marqués por los castillos se extendió más allá de Cardiff y llegó al de Coch, asentado sobre las ruinas de una fortaleza normanda del siglo XIII. Se lo considera la máxima realización de los sueños medievales del noble.
Y a sólo media hora de la capital galesa está el castillo de Caerphilly, que se levanta sobre una pequeña isla artificial rodeada por dos lagos. La historia de estos lagos es curiosa porque forman parte de la seguridad del castillo.
La historia cuenta que si el enemigo lograba pasar el muro, los lagos le impedían acercar las catapultas. Este resguardo parece que fue efectivo, ya que jamás pudo ser invadido.
Pero el tiempo, que todo lo puede, ya lo estaba venciendo cuando llegó el marqués de Bute, emprendió su reconstrucción y lo devolvió al sombrío mundo del medioevo.
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