Debido a su contenido de proteínas, el cultivo de soja es uno de los más extractivos de la región pampeana. Se destaca por su consumo, no sólo de fósforo (P) sino de los otros elementos principales, como potasio (K), azufre (S), magnesio (Mg) y nitrógeno (N). Un informe de los especialistas del Inta Marcos Juárez, Carlos Galarza, Vicente Gudelj y Pedro Vallone, analiza las perspectivas de fertilización para este cultivo.
Señalan los técnicos que, desde el punto de vista energético, las proteínas y aceites de soja tienen igual o mayor valor biológico que los hidratos de carbono de los cereales, a pesar de las diferencias en rendimiento (7-8 t/ha de maíz, 3-4 t/ha de trigo en invierno; contra 3-4 t/ha de soja). Producir soja requiere mayor energía metabólica que los cereales.
Los balances de N del sistema suelo-soja realizados en diferentes ensayos indican valores de variada magnitud pero casi siempre negativos. Se ha demostrado que la fijación biológica no satisface nunca más del 40-50% de las necesidades de la planta.
En los últimos años se ha generalizado la fertilización de los cereales, porque responden en mayor magnitud a los agregados externos de nutrientes, pero la necesidad de fertilizar también a la soja se presenta con fundamentos cada vez más consistentes.
Este cultivo, como cualquier otro, responde a un suelo fértil, pero también existen suficientes evidencias sobre la conveniencia económica de fertilizarlo. Cuantificando adecuadamente la oferta del suelo para una soja de alto potencial de rendimiento, la diferencia necesaria para llegar a su demanda teórica debería agregarse por fertilizantes. Esto evitaría que el suelo se viera obligado a "mineralizar" parte de su materia orgánica para proveer esa diferencia.
Generalmente no se ha recomendado el uso de nitrógeno en soja en la creencia de que este elemento produce efectos no deseados: inhibición de formación de nódulos y excesivo desarrollo vegetativo que favorece vuelco, enfermedades y hasta mayor evapotranspiración. En realidad estos efectos se favorecen cuando el agregado de nitrógeno se realiza en etapas vegetativas tempranas.
Si bien la fertilización nitrogenada de soja despierta numerosas controversias, muchos investigadores apuestan a la gran proyección que tendrá esta práctica en un futuro cercano, cuando se considere un balance de todo el sistema agrícola en el que deben entrar los cereales y las oleaginosas.
En cuanto a la inoculación de los cultivos de soja, práctica casi abandonada durante varios años, está demostrando su potencial en ensayos de la región, incrementando los rendimientos en base a un mayor número de nódulos logrados en raíz principal, y a nuevas cepas empleadas en los inoculantes modernos. Los incrementos obtenidos dependen de la condiciones ambientales y de aplicación pero pueden ascender hasta 350 kg/ha, según ensayos realizados en el Inta Marcos Juárez en la campaña 2000/2001.
Fósforo
En la región pampeana hay una alta proporción de lotes con algún grado de deficiencia de fósforo. Evaluaciones realizadas en los departamentos del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires detectaron un 34% de muestras con niveles menores a 15 ppm (Método Bray y Kurtz).
Su uso en el cultivo de soja aún no es generalizado posiblemente debido a la falta de respuestas espectaculares a su aplicación. La deficiencia causa restricciones en el crecimiento de las raíces y de la planta, limitando el potencial de rendimiento.
En rotaciones agrícolas bajo siembra directa, gracias a la fertilización regular de las gramíneas con N y P se obtienen altas producciones. Estas situaciones, por desbalance, han inducido la deficiencia de azufre (S). La fertilización con este elemento ha comenzado a mostrar un alto impacto en la producción de soja siguiendo a trigo, o como único cultivo.
Debido a la participación en proteínas estructurales de la planta es que su disponibilidad debe ser adecuada desde la germinación misma. La deficiencia de azufre en soja puede reducir la síntesis de las enzimas que forman parte del aparato fotosintético.
En numerosas experiencias conducidas en el centro sur de Santa Fe y sudeste de Córdoba, fertilizando con azufre a la soja como único cultivo o al trigo que la precedía, se han obtenido resultados interesantes desde el punto de vista económico.
Las recomendaciones más frecuentes tienden a aplicar el S en el cultivo de trigo para aprovechar en la soja el efecto residual. También pueden hacerse aplicaciones directas, debiendo usarse en estos casos las formas solubles.
Micronutrientes
En la medida que los nutrientes primarios y secundarios sean ajustados y repuestos al suelo con mayor precisión, se presentarán deficiencias en los micronutrientes. Si bien las demandas de estos elementos son muy bajas, debe considerarse que sus disponibilidades en el suelo son también muy bajas. Análisis de suelos de la región pampeana indicarían al boro, magnesio, zinc, molibdeno y cobre como elementos a tener en cuenta.
Sólo una fertilización balanceada va a ayudar a capitalizar el aporte de residuos de los cultivos y su incorporación como parte estable de la materia orgánica del suelo. Mientras la extracción de los cultivos sea mayor a los aportes de nutrientes externos la degradación de los suelos continuará en forma proporcional a ese saldo negativo.