"El concepto de fabricación de las armas químicas es el opuesto al de los plaguicidas. Mientras las primeras buscan la eliminación de todo ser vivo, los segundos dirigen la destrucción sólo hacia el insecto buscando preservar la vida humana", comentó Juan Carlos Piola, quien participó en un congreso donde se analizaron las secuelas de este armamento luego de la guerra entre Irán e Irak. "Las armas químicas produjeron daños a nivel de los ojos, en la piel y los pulmones. También se observaron daños cerebrales manifestados a través de trastornos neurológicos y cambios de conducta", dijo.
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