¿Qué importancia tenía América Latina para su servicio? -Más bien baja. El concepto estratégico que desarrollé suponía concentrar el máximo de esfuerzos en Berlín y Alemania Occidental. Nuestra principal preocupación y tarea fue investigar las intenciones de nuestro enemigo en potencia y en Alemania estaban las fuerzas occidentales, sobre todo Estados Unidos. Además, nuestros medios eran limitados; incluso modestos. Todo eso convertía América Latina en un objetivo lejano y casi inaccesible. Por la "Doctrina Hallstein" (por la que la RFA negaba el reconocimiento diplomático a los países que tenían relaciones con la RDA), apenas teníamos embajadas en países que considerábamos interesantes, aunque eso fue cambiando poco a poco. -¿Cuándo? -A mediados de los setenta, cuando Estados Unidos, más por presión de nuestros colegas soviéticos que por voluntad nuestra, se convertía en un objeto de nuestro trabajo. La idea no me acabó de gustar, pero al final lo aceptamos como una necesidad. Eso suponía destacar fuerzas "ilegales", es decir, personas que no estuvieran relacionadas con la embajada, en Estados Unidos. Pero como esa era una tarea difícil, lo intentamos a través de otros países del continente americano. Empezamos a destacar a oficiales de nuestro servicio en las legaciones de comercio que teníamos en América Latina y, luego, en las embajadas, para "estudiar el régimen", como lo llamábamos, y sondear nuestras posibilidades operativas. -¿Qué significaba eso? -Averiguar, sobre todo, qué posibilidades tenía un alemán para radicarse en el extranjero sin llamar la atención. Con un pasaporte (falsificado) de la RFA, se entiende. Por ejemplo en Argentina, donde había una colonia alemana grande. Nosotros mandamos algún que otro "ilegal", para que revisaran los cementerios. Uno de los métodos de infiltrar a un "ilegal" era valerse de la identidad de un muerto. -¿Qué tareas cumplían en América Latina los agentes de la HVA, el departamento de inteligencia que usted dirigía? -En primer lugar la protección de las legaciones diplomáticas que se establecían en el extranjero capitalista, las cuestiones relativas a la seguridad, la protección de las misiones y sus funcionarios, es decir los diplomáticos o los periodistas junto con la protección de los edificios, así como la decodificación de mensajes, radio, etc. En resumen, todo lo que en países socialistas estaba en manos del Ministerio de Seguridad del Estado era asunto de la HVA en los países capitalistas. Así, con el paso del tiempo, en esos países, primordialmente Argentina, Brasil y México, se estableció un número relativamente grande de representantes. (DPA)
| |