El reencuentro protagonizado el domingo por el jefe del Estado, Fernando de la Rúa, y el titular de la UCR, Raúl Alfonsín, en general cayó bien entre los dirigentes del radicalismo, que sin embargo siguen apuntando contra el entorno presidencial. El diputado Jesús Rodríguez dijo que le pareció "bien" que De la Rúa y Alfonsín hayan acortado distancias, pero fue más allá y apuntó al entorno de De la Rúa. "Me parece muy bien que el presidente haya tomado esa decisión, significa en la práctica, en los hechos, desautorizar plena y absolutamente a aquellos que tenían una actitud poco responsable". Recordó en ese sentido que "algunos que están cerca del presidente habían dicho que podía pasar en la Argentina esa palabra terrible, traumática, de conspiración, que le atribuían a radicales y a integrantes del gobierno". "Sólo es posible pensar eso si hay una paranoia o una visión muy equivocada de la realidad, y me parece -dijo- que eso es lo que sucedía". El viceministro del Interior, Lautaro García Batallán, a uno de los que apuntó Alfonsín la semana pasada al denunciar una "campaña" en su contra, definió como "una señal de tranquilidad" el encuentro de anteayer, aunque insistió que hubo un "intento de contubernio" entre radicales y peronistas. Batallán embistió contra el senador Leopoldo Moreau, al expresar que "es una persona que siempre ha vivido colgada del saco de Alfonsín; le aporta muy poco al propio ex presidente". De la Rúa y Alfonsín desmintieron, públicamente, que estén peleados y decidieron cerrar filas al menos mientras dure la campaña. Además, analizaron con preocupación el mapa electoral y los posibles escenarios a partir del 14 de octubre. En ese contexto, De la Rúa dijo ayer que existen "pocas diferencias" entre "el camino emprendido" y las propuestas que se oponen a éste, ya que todos aspiran a conseguir, según dijo, el "equilibrio fiscal" y honrar los compromisos de la deuda externa. Entre estos dirigentes habría incluido implícitamente a Alfonsín.
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