Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
Min 6º
Máx 18º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Sancor-Milkaut y Nestlé-Fonterra, alianzas de un nuevo proceso de concentración
Fusiones: ¿para qué se juntan las empresas lácteas?
El mercado está en crisis pero las firmas del rubro no resignan sus proyectos de internacionalizarse. El negocio quiere volver a su mejor época

Alvaro Torriglia

Con sus propios tiempos, el negocio lácteo sigue transitando el camino que la globalización le plantea a los distintos sectores económicos desde hace más de una década. Las últimas movidas empresariales en el sector, como las fusiones de Sancor y Milkaut y la alianza de Nestlé con la New Zealand Fonterra inauguran una nueva fase de este proceso en la cual la disputa no se limita a la supervivencia en el mercado interno sino que involucra una pelea por el posicionamiento a nivel, al menos, continental.
Lo llamativo es que el contexto en el que se desarrollan estos movimientos es de contracción. La producción de leche, que experimentó un salto enorme durante la década del noventa, caerá este año por segunda vez consecutiva. Esto es consecuencia de problemas climáticos pero también de los problemas financieros que afectan a los tamberos, muchos de los cuales salieron de la producción o se volcaron directamente a actividades más rentables como cultivar soja.
Sabido es que la prolongada depresión económica argentina, a la que se suma el efecto de la concentración en el mercado minorista, puso en jaque a industrias y tambos, que sigue derivando al consumo interno el 85% de sus productos. Las exportaciones, que comenzaron a ser un dato sustancial del negocio a partir del 95, bajaron un 16% en valor y un 26% en volumen durante el primer semestre del año.
Con estos datos, ¿es posible que el crecimiento de la actividad haya llegado a un techo?. Y, de ser así, ¿la nueva etapa de fusiones y alianzas en el sector responde a la necesidad de resguardarse frente a un negocio en retracción o sus protagonistas están viendo un futuro mejor en el mediano plazo?
Luis Marcenaro, reconocido consultor privado del sector lácteo, entiende que, a pesar de los problemas coyunturales, la lechería argentina tiene todas las condiciones para convertirse en un importante jugador global.
"Con un planisferio en la mano, cualquier experto en el tema marcaría dos regiones como las de mayor futuro en el negocio lácteo mundial: Oceanía, con especial énfasis en Australia, ya que Nueva Zelanda sí está frente a un techo productivo, y la zona que incluye la región pampeana argentina, Uruguay y el sur de Brasil", señaló.
El especialista sí reconoció que lo que está en crisis en Argentina es la posibilidad de un crecimiento "desordenado" como el vivido en los mejores años de la década del 90. "Es como cuando uno infla un globo de carnaval, acá se abrió mucho la canilla y el globo se terminó rompiendo", graficó para explicar que la cadena láctea (incluyendo la parte que le toca al sector oficial) no supo prever las consecuencias de su propio crecimiento, que en 1999 llegó a su pico máximo con un volumen superior a los 10 mil millones de litros.
Por estos días las empresas elaboradoras, los productores y el Estado pelean a los gritos por un objetivo común: crear algún tipo de mecanismo que fije un horizonte de estabilidad para planificar el crecimiento productivo y acotar la volatilidad de precios, de modo de no quedar presos de la variabilidad en las cotizaciones, la madurez del mercado interno y los cimbronazos externos como el que ocasionó la devaluación brasileña.
El consenso en torno de esta propuesta, que se expresaría en un instituto de promoción láctea, es harto dificultoso puesto que lleva a redefinir el lugar de la producción primaria, la industria y el comercio en la cadena de valor.

Un poco de historia
La potencialidad estructural de la lechería argentina se expresa cabalmente en la respuesta del sector a las señales de la estabilidad monetaria en el año 91 y a la explosión del Mercosur en el 95. La producción primaria saltó de menos de 6 mil millones de litros anuales en el 91 a 10.800 en el 99. Al mismo tiempo, dejó de ser exportadora eventual de excedentes para empezar a consolidar mercados en el exterior. La aparición de Brasil como fuerte demandante impulsó un salto sideral. En volumen, las ventas al exterior se incrementaron de algo más de 45 mil toneladas en el 94 a más de 135 mil en el 98, por un valor superior a los 300 millones de dólares.
Según un estudio de la Secretaría de Agricultura, las industrias invirtieron 1.300 millones de dólares. En el sector alimentario, esa cifra sólo fue superada por la industria aceitera.
Los tamberos iniciaron una carrera tecnológica para acomodarse a los nuevos requerimientos de productividad y calidad, y el resultado fue la concentración. Sólo en la cuenca lechera santafesina, la principal del país, el número de tambos se redujo de 5.664 a 4.800 entre el 95 y el 99.
Otros procesos comenzaron a despuntar en esos años. Los consumidores se encontraron en las góndolas de los supermercados con una oferta cada vez más variada de marcas y productos lácteos, que hicieron quedar a la vieja "leche a secas" en el olvido. La diferenciación por calidad y la tendencia a vender alimentos funcionales (con propiedades específicas para la salud) pasó a ser la regla en la comercialización.
Comenzaron también los primeros movimientos entre las empresas. En un sector con fuerte presencia cooperativa, Sancor, la más grande de todas, inició un proceso de "asociación" con firmas del mismo palo. Absorbió las operaciones de San Marcos, de Cotar y se alió con cooperativas internacionales como la danesa MD Foods. El último capítulo se está escribiendo con la definición de la fusión con Milkaut, para crear una de las primeras firmas de América latina.
La firma de Frank también tuvo su evolución. Tansformó su etapa de gerenciamiento en sociedad anónima y abrió su capital a fondos de inversión. Entre los nuevos socios está la Corporación Financiera Internacional (CFI), brazo de negocios del Banco Mundial. Tomando nota de la importancia creciente del mercado brasileño, se asoció además con una cooperativa de ese país.
Grandes grupos que se deshicieron de los activos adquiridos durante las privatizaciones desembarcaron en el sector, como el caso de Pérez Companc con el ingreso a La Paulina y Molfino. El 15% del monto invertido en el sector en los últimos años obedece al rubro compras y el 35% a joint ventures. También desembarcaron fuertes grupos multinacionales, como el caso de Danone, que compró parte de La Serenísima, y Parmalat. El año pasado entró al mercado la uruguaya Conaprole, aunque sólo para la comercialización.

La crisis
El globo al que refiere Marcenaro comenzó a pincharse en el 99, cuando se inició la recesión en Argentina y se produjo la devaluación en Brasil. El mercado se deprimió y las deudas asumidas para solventar el proceso de expansión comenzaron a operar como una pesada carga en las industrias, muchas de las cuales se vieron a obligadas a hacer fuertes ajustes, y en la producción primaria, que se encontró con precios que no le permitían recuperar la inversión realizada.
Durante el año 2000 cayó la producción pero también se estancó el consumo interno y las exportaciones, tanto en volumen como exportaciones. Brasil, que se llevaba el 75% de las ventas al exterior, aplicó además un piso mínimo de precios a los productos importados de la Argentina, afectando una importante válvula de escape para sacar presión de la comercialización interna.
Una nueva fase comenzó a operar en la reestructuración empresaria. El primer intento fue el pool exportador que se armó para explorar nuevos mercados. Luego llegó la decisión de algunas compañías de maximizar su cadena de distribución ofreciéndola a otras marcas. Finalmente, a principios de este año, Sancor y Milkaut anunciaron la unión de sus divisiones comerciales, que pocos meses más tarde se convirtió en un anuncio de fusión directa.
Este mes es clave en ese proceso ya que la conducción de Sancor debe dar la aprobación definitiva a la alianza, que en los planes originales debe entrar en operaciones en este segundo semestre del año. Por estas horas, la integración del directorio de la nueva empresa es uno de los puntos que traba el acuerdo.
Por otro lado, la multinacional suiza Nestlé anunció hace dos semanas una alianza con el gigante neocelandés New Zeland Global para el continente americano, un grupo cooperativo que está entre las primeras empresas del mundo, para fusionar sus operaciones en América.
"Estos últimos movimientos son parte de la tendencia que impone la globalización, el desembarco de los neocelandeses no sólo apunta al mercado interno sino que también está destinado a abastecer su demanda con producción en Argentina ya que hay pocas cuencas lecheras en el mundo que tiene potencialidad de crecimiento", señaló Marcenaro.
El analista estima que, más allá de la crisis coyuntural, la Argentina volverá a producir por encima de los 10 mil millones de litros y continuará posicionándose como fuerte exportador, al menos a nivel regional. De hecho, los números del primer semestre del año indican que si bien el volumen enviado al exterior cayó el 26,9% en volumen y el 16% en valor, respecto del mismo período del año 2000, los cambios en los destinos proponen un dato interesante. Mientras las exportaciones a Brasil bajaron un 53%, las ventas a México subieron un 88,2%. Ese país es el principal importador de lácteos de América latina.
En rigor, hay empresas argentinas que desde hace años mantienen representaciones en países del primer mundo, como Estados Unidos, donde colocan productos con mayor valor agregado como los quesos.
Aún con consumo estancado por la recesión y con la baja de producción registrada en los últimos años, los distintos sectores de la cadena entienden que la internacionalización de la lechería es un horizonte ineludible en el futuro del negocio ya que el mercado interno tiene estándares de consumo per cápita que se asemejan a los de los países desarrollados. Esto amén de la pérdida de participación en el precio final de los productos, debido al avance de los hipermercados y la proliferación de marcas propias y de segundas y terceras marcas.
"La lechería argentina puede volver a crecer siempre que ese aumento de volumen no que castigue a la producción, lo que se necesita es un organismo que ordene este proceso y permita a los integrantes de la cadena trabajar con señales claras de precios para que le cierren sus cálculos", concluyó Marcenaro.



La diversidad de marcas refleja los cambios del sector.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Cómo funcionará la alianza Nestlé-New Zeland
La cadena láctea, un complejo rompecabezas
Diario La Capital todos los derechos reservados