Un grupo de importantes banqueros argentinos pertenecientes a entidades que administran tarjetas de crédito alcanzaron a funcionarios del equipo económico de Domingo Cavallo una propuesta que sirva para acotar la evasión impositiva y a la vez aumentar el volumen de negocios con dinero plástico. La idea -tomada de la exitosa experiencia en Corea del Sur- consiste en que las compras con tarjetas tengan un IVA varios puntos inferior al de una transacción en efectivo. La ventaja para el fisco sería que todas estas compras quedarían registradas, sacándolas del mercado negro, los tenedores de tarjetas obtendrían menores precios y los bancos más ganancias por el mayor uso de los plásticos.
La propuesta fue presentada hace un mes a Horacio Liendo, asesor y hombre de confianza del ministro Domingo Cavallo, quien se comprometió a que sería analizada por el equipo económico, e hizo pública la intención del gobierno pero sin mayores detalles.
Por el momento, todos los sectores involucrados prefieren bajarle el perfil al tema, pero fuentes del sector bancario señalaron que siguen las negociaciones, o más bien el lobby.
De todas formas, hay que ver si al fisco le cierran las cuentas porque si bien es cierto que al blanquearse una mayor parte del comercio la recaudación aumentará, ese incremento deberá ser tal que compense la rebaja de puntos al IVA. Además, se plantearía una desigualdad ante la ley ya que quien no acceda a un plástico deberá pagar más por un mismo producto.
Esta idea que prendió en los banqueros no es nueva, sino que nació y se implementó hace algunos años en Corea, una de las economías con mayores porcentajes de comercio en negro.
La experiencia coreana
Corea del Sur está entre las doce economías más importantes del mundo, sin embargo predominan las transacciones en efectivo, incluso en las operaciones corporativas. Además, la economía en negro se estima entre un 9 y 37 por ciento del PBI, pero el creciente déficit obligó al gobierno a recaudar más impuestos.
Lo que hicieron en el país asiático fue poner incentivos a los tenedores de tarjetas de créditos mediante diversas formas. Una de ellas es que si una persona gasta con su tarjeta de crédito o de débito más del 10 por ciento del total de su salario anual, la décima parte de ese excedente se descuenta del impuesto a las ganancias.
Otra idea es una variante del conocido LoterIva argentino. Todas compras con dinero plástico participan de sorteos mensuales con atractivos premios en efectivo.
También se implementaron acciones sobre los comercios. Allí el gobierno coreano estableció, según los rubros, una base anual mínima de ventas pagadas con tarjetas, establecida según cifras estadísticas. Si no se cumple esta proporción, la oficina de impuestos los amenaza con comenzar a revisar su operatoria, presumiendo que evaden.
Como estímulo, también se implementó una lotería similar a la destinada para los consumidores, y la posibilidad de deducir hasta un dos por ciento de lo que deben abonar por el IVA del total de las transacciones que realicen con tarjetas de crédito o débito. Esto último se traduce en una rebaja de los precios para los compradores con tarjetas por la menor carga impositiva.
El resultado fue que Corea aumentó entre 1999 y 2000 un 150 por ciento la utilización de tarjetas de crédito y débito, y los especialistas explican que este comportamiento se debió a la política de alentar con desgravaciones impositivas las transacciones con dinero plástico.
La Ciudad
