Eduardo Valverde
La diputada Elisa Carrió, más allá de la coyuntura, es una intelectual que disfruta enormemente cuando puede compartir con La Capital algunas líneas de Albert Camus, ese notable escritor francés para quien "siempre habrá en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio". Pero, la actualidad abruma y la legisladora radical disidente reconoce con dolor que Raúl Alfonsín "decidió quedarse con todos" y dejarla sola, manteniéndose junto a quienes, a su juicio, han desvirtuado el proyecto fundante de Leandro Alem.
Carrió también direcciona sus dardos contra Graciela Fernández Meijide, cuya figura caracteriza como "muy nociva", pero rescata a Carlos Chacho Alvarez, porque "abrió caminos y es un hombre honesto".
-¿Por qué su dimisión al cargo en el comité nacional y no la renuncia al partido?
-En primer lugar, el ARI es un movimiento, que respeta muy profundamente las identidades. Es decir, nadie debe dejar de ser radical, peronista o socialista, aunque vamos a un proceso de síntesis política. Pero la segunda cuestión, que me parece esencial, es que la desafiliación es como dejarles el espacio a los que se robaron el partido. Entonces, nosotros queremos tribunal de ética, y que se vayan los que traicionaron a Alem. Es casi un desafío: que nos expulsen, pero vamos a llevar al tribunal a De la Rúa, a Fernando de Santibañes. En realidad, la decisión nuestra es ocupar los espacios históricos que otros han vendido. Me niego a irme de un partido donde mi bisabuelo era intendente de Hipólito Yrigoyen.
-¿Cuál es el balance del trabajo de la Comisión sobre Lavado de Dinero?
-El informe tiene algunos errores materiales, deben ser diez y se van a corregir. Creo que en un informe de ochocientos involucrados es algo normal. Tiene una historia, que es lo que molesta: la historia de la matriz del Estado mafioso. Como se lo presentó fue de la única manera en que se lo puede hacer en un país donde nadie asume la responsabilidad por la verdad y donde muchos querían destruirme a mí en lugar de buscar esa verdad. Si este informe no salía ese día -casi desprolijamente, es cierto, como se hacen las cosas en este país-, el sábado y domingo no había ni comisión ni informe.
-La socióloga Beatriz Sarlo afirma que usted está más cerca de ser una "celebridad", con un exceso de exposición mediática, que de representar una praxis política ortodoxa.
-Respeto su posición, pero no la comparto. Yo también vengo desde la intelectualidad y fue Sarlo quien le dijo a Fernández Meijide que tenía que parecer un hombre para gobernar este país. Yo soy lo que soy. No tengo que parecer nada, y se me acepta o se me rechaza. No estoy dispuesta a renunciar a mí misma. Hay una cosa muy fuerte con algunas mujeres en este momento en el país: quieren romper el espejo. Las mayores persecuciones las he tenido de mujeres, que no votaban como yo y entonces trataban de destruirme.
-Una suerte de lucha de mujeres contra mujeres...
-Sí, como ocurre en el caso de Soledad Silveyra, que todos saben que tiene una historia de vida tremenda y de compromiso brutal. No le perdonan el éxito. Creo que hay algunas mujeres que quisieran alcanzar el lugar nuestro. La verdad es que yo no quiero estar en el lugar mío, pero lo que detesto es que quieran romper el espejo.
-¿Existe la posibilidad de que se repita con el ARI el mismo proceso que se dio en el Frepaso, que desembocó en su debacle?
-No. El Frepaso abre. Son procesos históricos. Chacho abrió un camino, aunque se cometieron allí muchos errores. Nosotros estamos tratando de corregirlos. Es un avance enmarcado en un proceso de aprendizaje de lo social y de construcción de lo colectivo. También hay que rescatar a los que se equivocaron, si son honestos y jugaron bien, abriendo el espacio. La vida es un caminar. Obviamente vamos a cometer errores, pero nos encaminamos hacia un nuevo movimiento nacional y popular que haga una síntesis.
-¿Hay en el ARI otro tipo de construcción, que no sea un partido de cuadros y de trabajo superestructural como el modelo del Frepaso?
-Así es, y no se trata de acumular de cualquier manera. Soy movimientista, en ese aspecto tengo una fuerte vertiente peronista. Creo en un movimiento donde puedan coexistir las diferentes versiones políticas recuperando la historia. Es obvio que abrir el camino va a ser difícil y en este intento también se mezcló mucho de la banalización, de la omnipotencia; la figura de Fernández Meijide fue muy nociva. Pero le reconozco a Chacho haber abierto caminos. Se quebró en esa senda, pero hay que levantarlo porque es honesto.
-¿Será candidata a presidenta?
-No está en los planes y no soy ruckaufiana, es decir que no creo en los proyectos personales. Si llega, me haré cargo. Es evidente que tengo una cierta porción de legitimidad pública en todo el país que me está poniendo en un lugar de liderazgo, del que eventualmente tendré que hacerme cargo. Si hay un proyecto colectivo, y se me sigue transfiriendo a mí esa responsabilidad, me haré cargo de la misma. Pero si se transfiere en otro, voy a estar al lado de ese otro.
-¿Qué opina del entrecruzamiento de acusaciones entre Alfonsín y De la Rúa?
-Yo lo voy a seguir queriendo siempre, pero a la hora de elegir y dar testimonio ante la historia, Alfonsín eligió a Nosiglia. En una conversación que tuve con él, le dije: "Si yo tengo el liderazgo afuera y usted lo tiene adentro, ¿por qué no salvamos a este partido haciendo la reforma moral?". Pero él quiere quedarse con todos y entonces me dejó sola. El eligió y yo tengo una tranquilidad de conciencia absoluta.
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La Ciudad
