Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
Min 6º
Máx 18º
 
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cartas
Mezquindades humanas

Soy un vecino del barrio de Fisherton y veo con tristeza y dolor la polémica desatada en torno del templo, donde los intereses como la irracionalidad, el egoísmo, el capricho y las ansias de poder de algunas personas prevalecen sobre el bien común de la comunidad. Donde los que están en contra del proyecto del párroco se encuadran detrás de los intereses de un referente político que quiere hacer valer sus derechos de ser nacido en Fisherton en donde deben mantenerse los edificios históricos del barrio y quieren que el nuevo templo se edifique en otro lado. Y donde los que están a favor del párroco dicen que el edificio les queda chico, y que tiene que construirse en el mismo predio que el actual porque es el centro del barrio. Y que los que están en contra no tienen derechos ya que no van a misa en ese templo. Ahora bien, yo me pregunto: si Jesús nació en un humilde pesebre y difundió su amor sobre todas las cosas, ¿de qué sirve un proyecto ostentoso si con ello se desune la comunidad? ¿De qué sirve defender un edificio si el mismo no cumple para lo que fue creado, reunir a la comunidad cristiana de Fisherton, por falta de espacio? Como vecino nacido en el barrio hace 44 años comparto los motivos básicos de ambos bandos, pero no comparto los intereses mezquinos de los que impulsan esta polémica. ¿Es posible ampliar el edificio existente hacia ambos lados manteniendo el estilo y características sin tanta ostentación, con lo cual se beneficiaría a la comunidad cristiana del barrio? Y pido a todos los vecinos de Fisherton que hagan un examen de conciencia respecto de si toda esta polémica vale la pena. Y no nos olvidemos de que como cristianos debemos construir una comunidad basada en el amor, la caridad y la fe.
Gustavo Pedro Diez


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