Sumar es lo que cuenta. Cuando las obligaciones son mayores que los activos lo importante es incrementar las arcas sin dejarse llevar por los sentimientos. Quizás por eso Córdoba luchó más de lo que jugó y corrió más de lo que pensó. Todo en pos de un sólo objetivo: que los tres puntos quedaran en casa.
La victoria en Lomas de Zamora frente a Los Andes les dejó a los dirigidos por el Gordo Palma la sensación de que están en condiciones de pelear por los primeros lugares, pero íntimamente el deseo más grande del plantel de Tablada era ganar en el Gabino. Aunque el triunfo de la jornada anterior les dio una inyección anímica muy importante, las heridas por la dudosa caída frente a Almagro todavía no habían cicatrizado y por eso los charrúas salieron a jugar ante Platense con la consigna de conseguir el primer éxito como local.
Pero más allá de las buenas intenciones, fue Platense el que golpeó primero, con un tiro libre de Cristián Verón. Con sólo ocho minutos jugados, los fantasmas de la derrota frente a Almagro volvieron a rondar por el Gabino y los locales tardaron demasiado en encontrar la fórmula para quebrar la defensa de un Platense que tampoco está para tirar manteca al techo, pero que se encontró con una ventaja que le permitía jugar con los nervios de los de Tablada, que enseguida se trasladaron a la tribuna para hacer un poco más complicada la situación de los encargados de torcer la historia.
¡Uruguayo, uruguayo!
Para suerte de los charrúas, cuando la presión tribunera comenzaba a incrementarse apareció en escena Zaballa. El uruguayo fue el responsable del empate y además se transformó en una pesadilla para la última línea calamar que apeló a todos sus argumentos -especialmente el manual de las infracciones- para tratar de frenar el ímpetu del oriental.
El empate con que se cerró el primer tiempo dejó a los charrúas más cerca de un triunfo, que comenzó a gestarse cuando la pierna izquierda del Tele Medina quebró la resistencia de Campi, después que el Pato Santa Cruz peinara un tiro libre de Aira. Fue el gol del desahogo. El que terminó por quebrar a un Platense que más allá de que todavía quedaba demasiado por jugar, se veía que no estaba en condiciones de recuperarse.
El nuevo panorama no favoreció al espectáculo. Platense demostró que quería empatar, pero nunca supo cómo hacerlo. Córdoba quería el tercero, pero tampoco mostró demasiados argumentos para lograrlo. Así, entre la pobreza de uno y el conformismo del otro, el partido se fue consumiendo y Córdoba festejó lo que tanto quería ganar frente a sus hinchas, porque en época de vacas flacas, lo único que cuenta es sumar.
La Ciudad
