Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
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Hermetismo y pocas pistas claras en la investigación de tres homicidios
Los pesquisas están detrás de las historias de los asesinatos, pero confiesan que los datos "no cierran"

"Fue una semana de locos. Parecería que nos están poniendo cadáveres". La frase pertenece a un investigador jerarquizado de la Unidad Regional II de policía y sintetiza lo que muchos hombres de la fuerza sostienen puertas adentro de la Jefatura, un lugar donde hoy por hoy impera la obligación de "esclarecer rápidamente" los tres homicidios perpetrados en la ciudad entre el 27 de agosto y el 2 de septiembre. Víctimas de esos hechos fueron el empresario Gabriel Ernesto Pellado, la prestamista María Elena Fornícoli y el custodio privado José Luis González. Precisamente ayer, en medio de un silencio impenetrable, los investigadores realizaron allanamientos y detenciones que los pondrían sobre la pista de lo que ocurrió con el empresario (ver aparte).
Los tres cuerpos aparecieron en lugares diferentes y con distintas causas de muerte, pero hasta ayer había algo que los vinculaba: los investigadores se devanan buscando pistas e hilvanando hipótesis que, por el momento, confiesan que "no cierran".
Gabriel Ernesto Pellado, de 36 años, era copropietario junto a sus dos hermanos de una fábrica de suero vacuno en la ciudad bonaerense de Quilmes. Habitualmente viajaba a la ciudad de Rosario donde tenía relaciones comerciales con varios frigoríficos de la zona. La noche del jueves 16 de agosto, tras cenar con un amigo en un restaurante, el empresario desapareció misteriosamente. Un día más tarde, su auto importado fue encontrado en la zona del balneario Vigil -en Villa Gobernador Gálvez- semidesmantelado y con manchas de sangre en su asiento trasero. Once días después, en una alcantarilla paralela a la autopista Rosario-Buenos Aires, a un kilómetro al sur del arroyo Saladillo, su cuerpo apareció con signos de haber sido torturado. La autopsia determinaría luego que Pellado había sido asesinado cuatro días antes de ser hallado y que la muerte se había producido como consecuencia de tres golpes en la cabeza.
Los pesquisas intentan develar dónde estuvo guardado Pellado durante la semana que pasó desde su secuestro hasta su muerte y qué móviles llevaron a los delincuentes a matarlo. Las respuestas a esas cuestiones parecen converger en que todo se trató de una venganza, posiblemente inspirada en cuestiones pasionales o económicas, sustentadas en las relaciones que el empresario mantenía con varias mujeres rosarinas en sus asiduos viajes a la ciudad y los problemas financieros que atravesaba la empresa que regenteaba con sus hermanos.
María Elena Fornícoli, de 72 años, apareció asesinada la noche del miércoles 29 de agosto en su vivienda de tres pisos ubicada en Cerrito al 1800. Tenía una puñalada en el tórax y dentro de la casa los investigadores constataron el faltante de dinero y joyas. La mujer se dedicaba a efectuar préstamos de dinero que documentaba bajo la supervisión de profesionales.
Sobre este caso, los investigadores tienen un solo dato preciso. Quien ingresó a la casa donde fue hallado el cadáver era conocido por la víctima ya que no había ninguna abertura forzada y sólo la mujer pudo franquearle el paso. Lo demás sigue siendo una incógnita.
José Luis González, de 28 años, era custodio privado de la empresa Futuro SRL. El pasado 2 de septiembre cumplía funciones de vigilancia en CTD Logística, un depósito de mercaderías ubicado en República 7414, cuando una banda de delincuentes pretendió asaltar el predio y González se resistió. Recibió dos disparos de arma de fuego, uno de ellos mortales. Un par de horas antes a ese hecho, un compañero al que González había relevado en el puesto de trabajo, Héctor Verducci, había sido secuestrado y abandonado más tarde en la localidad bonaerense de Campana. Ese hecho hizo más confusa la investigación.
Para los pesquisas este fue un hecho típico de "entrega", aunque con datos equivocados. Algunas fuentes indican que los ladrones pretendían apoderarse de un camión con medicamentos que debía llegar al depósito, aunque otros voceros manifestaron que en realidad buscaban una carga de electrodomésticos que estaba guardada en el lugar.
"Cada uno de esos hechos son diferentes, tienen móviles y formas de ser investigados distintas. Son difíciles de resolver pero estamos trabajando en cada uno como si fuera el más importante. Quizás en esta etapa no importa tanto hacer detenciones sino juntar las pruebas necesarias para que cuando atrapemos a los autores sean verdaderamente ellos", confió a La Capital un vocero de las investigaciones que adujo que "muchas veces el tiempo que manejan los periodistas no es el mismo que el que necesitamos nosotros".
Ese tiempo del que hablan los investigadores es el que dicen necesitar "para esclarecer no sólo los crímenes sino muchos puntos oscuros que todavía hay sobre cada uno de los hechos", principalmente vinculados a los móviles que hubo tras ellos.

"Nos cuesta la cabeza"
Al respecto, y en el caso específico del homicidio de Pellado, un vocero policial de Villa Gobernador Gálvez, donde fueron hallados el auto y el cuerpo del empresario, dijo que "el caso lo tenemos que resolver sí o sí o nos cuesta la cabeza". Será por eso quizás, que el jefe de la Brigada de Homicidios de la Unidad Regional II está abocado personalmente a develar los enigmas que se encuentran tras el crimen y su obsecación con la investigación lo llevó a dejar en manos de otros detectives los otros casos.
Si a eso se suma que a fin de año pasará a retiro una importante camada de policías de alto rango y se producirá un reacomodamiento de los demás oficiales en puestos clave de distintas Unidades Regionales, con más razón se entiende la premura de los investigadores por esclarecer estos casos en un corto tiempo. Sin embargo, por ahora es sólo eso, ganas de resolver lo que aparece irresuelto.



El crimen de Pellado aún desvela a los investigadores.
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