A pesar que Argentina supera campaña tras campaña sus propios récords en materia de cosechas, los ingresos que supone un mayor volumen y en algunos años mejores precios no impide que el endeudamiento del campo crezca en la misma proporción y en el peor de los casos desaparezcan medianos y pequeños productores. En rigor un dato de la realidad indica que, de los 17 mil productores que se presentaron al Banco Nación para refinanciar su deuda a veinte años, sólo cuatro mil están pudiendo cumplir con sus compromisos. Casi un 75 por ciento quedó afuera de esa posibilidad. Las dos caras de una misma manera. Los pronósticos de la Secretaría de Agricultura están perfilando un nuevo récord para la campaña que se viene, que giraría en torno a los 73 millones de toneladas entre cereales y oleaginosas. De ese monto, 28 millones corresponderían a la soja, 19,60 millones para el trigo ya sembrado, 3,10 millones de sorgo, 3,90 millones de girasol y 15,30 millones de maíz. Lluvia mediantes, y precios a favor, esto significaría para los más optimista unos 1.500 millones de pesos más para el país. De todas maneras, no todo lo que brilla es oro porque esos excedentes no necesariamente significan bienestar para todos. En rigor, todos los años las expectativas de que la nueva cosecha récord permita salir al sector de la honda depresión que está sometido en las últimas décadas se relativiza casi simultáneamente al finalizar la trilla. Por cierto, el endeudamiento bancario llegó a un piso que alcanza los 3.500 millones mientras que las deudas comerciales oscilan en los 3.500 millones. A cuentas rápidas, el plus del excedente no alcanza. "En el campo tenemos un dicho que dice que no hay que contar corderos antes de que nazcan", señaló Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria Argentina. "Los 73 millones son pura teoría y es una afirmación muy audaz instalar esto cuando el crecimiento significa desarrollo pero no garantiza el desarrollo con equidad", agregó. Para el investigador del Conicet Mario Lattuada lo importante de la cosecha récord es ver cómo se distribuye y, si bien reconoce que en algunos casos ha traído un poco de aire fresco, sobre todo con relativa mejora de los precios, el bienestar se concentra en la franja media a alta en relación a la superficie sembrada y a los más chicos le es difícil llegar a esos pisos. Para entender esta compleja trama Eduardo Buzzi explicó que de acuerdo a una encuesta realizada por Mora y Araujo el año pasado, en el centro-sur de Santa Fe uno de cada 2 productores ha desaparecido en los últimos diez años ya que tuvo que vender su campo o alquilarlo o cambiar de actividad. Esto significa la extinción de un 48 por ciento de los productores de la región, cifras por demás alarmante. Y si de números se trata, la luz de esperanza que significó para muchos hombres de campo la propuesta del Banco Nación de refinanciar pasivos a veinte años con tasas inferiores al 10 % resultó una posibilidad que muy pocos pudieron cumplir. Los datos indican que se presentaron alrededor de 17 mil productores en todo el país, por un total de 1.600 millones de pesos y de ese total sólo 4000 alcanzaron a regularizar sus compromisos. En Santa Fe, según Lattuada esta proporción se mantiene.
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