Abandonar la convertibilidad, renegociar la deuda pública con quita de intereses, reformar progresivamente la estructura tributaria y poner límites a la concentración de la renta fueron algunas de las propuestas vertidas ayer por un grupo de economistas e investigadores que inauguraron las jornadas de discusión del Plan Fénix, organizadas por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. En palabras de su ideólogo y coordinador, Abraham Gak, se trata de "modificar el enfoque actual y generar una propuesta que pueda ser tomada por toda la sociedad". La movida está sustentada por economistas de la talla de Marcelo Lascano, Eduardo Basualdo, Daniel Aspiazu, Arturo O'Connell, Salvador Treber, Oscar Oszlak y Aldo Ferrer, entre otros, quienes explicaron que se trata de una "estrategia de reconstrucción de la economía argentina para el crecimiento con equidad". Para Gak esta iniciativa tiene el valor agregado de surgir de un ámbito que "no tiene financiamiento de empresas ni es vocero de intereses particulares, como las fundaciones de las que salieron quienes manejaron la política económica los últimos veinticinco años". "El plan es el intento de poner a la Argentina en la senda del desarrollo económico, para garantizar la situación de equidad social", según lo definió Jorge Schvarzer, secretario de Investigación y Doctorado de la UBA. En materia fiscal la postura predominante fue la renegociación de la deuda con los acreedores y la exigencia de una quita en los intereses. A nivel tributario los economistas recomendaron gravar con una menor alícuota del impuesto a las ganancias a las empresas que invierten y con una mayor a las que transfieren dividendos al exterior, como mecanismo para incentivar la reinversión de beneficios. Con miras a reducir el impacto sobre los sectores de menores ingresos, evaluaron subir el mínimo no imponible y derivar la progresividad a los bienes de consumo más elaborados, de más jerarquía, para descomprimir el IVA. Hugo Nochteff, investigador del Conicet, disertó sobre el tipo de cambio e invitó a "debatir un esquema de flotación sucia sin caja de conversión", aclarando que para hacerlo viable debe recuperarse, al menos, el nivel de reservas del año 2000. Entre las ventajas, puntualizó que se encarecerían las salidas de divisas, se compensarían las devaluaciones competitivas de otras regiones y se recuperarían antiguos niveles de autonomía en política monetaria.
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