Fernando Toloza
La Semana del Nuevo Cine Italiano comienza pasado mañana en el Village. Se proyectarán seis filmes no estrenados aún en la Argentina y entre ellos se destaca "Reconciliados", dirigido por Rosalía Polizzi, una argentina que vive desde los años sesenta en Italia, pero que vuelve cada tanto a la Argentina por sus lazos familiares y también por trabajo, ya que rodó en el país varios documentales para la Radio y Televisión Italianas (RAI). En "Reconciliados" la actriz protagónica, Beatriz Spelzini, también es argentina. Los otros filmes son "Desamparo", "Una larga e interminable noche de amor", "Contraviento", "El guardián" y "Juegos de equilibrio". "Reconciliados" cuenta el reencuentro de un grupo de amigos con los mismos ideales después de muchos años. Uno de ellos sale de cárcel después de cumplir una condena por terrorismo y ese hecho pone al antiguo grupo en contacto nuevamente. "No es una mirada nostálgica, sobre el pasado. El tema de la película es mostrar quiénes son hoy aquellos jóvenes los años 70", adelantó la directora sobre el filme, y añadió: "El sentimiento de los protagonistas creo que lo resume perfectamente una frase de Eduardo Galeano que dice: «Habíamos encontrado todas las respuestas pero nos cambiaron las preguntas»". El filme de Polizzi se exhibirá el viernes y también el miércoles de la semana próxima, en el marco del ciclo que organizó Italian Quality Film y Buskin Film, con la colaboración de Cine 3, el consulado de Italia en Rosario y el Cine Club Rosario. -¿Cómo nació "Reconciliados"? -Las películas a veces tienen un nacimiento complejo porque las ideas vienen desde distintos lugares. Desde hacía un par de años o quería hacer una película sobre un grupo de personas que habían tenido los mismos ideales en los años 70 y después dejaron de verse. Son personas que hoy tienen entre 40 y 50 años, aunque en general no demuestran esa edad porque tienen un aire muy juvenil. -¿Es una película nostálgica? -La idea fue mostrar quiénes eran ellos hoy, es decir, no el pasado sino el presente. Todo sucede en Roma pero hay una relación con la Argentina, ya que una de las diez personas del grupo, entre adultos y adolescentes, es una mujer argentina que vive desde hace tiempo en Italia, exiliada de su país por razones políticas. -¿Hay una confrontación entre adolescentes y adultos? -No, es una historia paralela. La confrontación de los adultos es con sus ideales. El pasado no está presentado a través de actuaciones sino por medio de videos, ya que no hay flashback. Sí hay un reencuentro que reabre todo el tema durante un fin de semana, a partir de que uno de los integrantes del grupo sale de la cárcel después de 18 años. -¿Los problemas de una generación mueren con ella? -No, se reabren en otros grupos, porque no son sólo cosas de una generación sino que están en la sociedad, en la vida. La vida sin conflictos no existe. -¿La película quiere mostrar que en el mundo de hoy la política ya no es una pasión? -En realidad, la película es sobre las relaciones humanas, es la historia de un grupo de amigos que tenían una militancia política, con distintas orientaciones. Hubo quien fue al extremo y hubo quien se mantuvo en una situación más moderada. La política aparece porque ha sido parte de sus vidas pero no es el fondo del asunto. -¿Qué mirada da la película de la Argentina a través del personaje argentino? -Ella vive desde hace 20 años en Italia. Llegó desde la Argentina escapando, y tiene un compañero desaparecido, de quien quedó embarazada. Tiene a su hija en Italia y después de muchos años se casa con un italiano y tiene otra hija. Entonces, ella no da una mirada sobre la Argentina, sino que, como sus amigos, muestra lo que ella ya no es más hoy. Hay una frase de Eduardo Galeano que resume muy bien el estado de los amigos: "Habíamos encontrado todas las respuestas, pero nos cambiaron todas las preguntas". -¿Cómo le fue a la película en el Festival de Berlín? -Muy bien. Tuvo muy buena recepción, y Beatriz Spelzini, la actriz argentina, fue elogiada. Todas las funciones fueron a sala llena. En los festivales de este tipo, sobre todo en ciudades muy ricas, el público en general ronda los 25 y 30 años. Era gente que no había pasado por la experiencia de los protagonistas y aceptó la película. Pero claro, ese es un público convocado, que elige, más interesado en ver cosas distintas. Habrá que ver que sucede con el la gente en general. -¿Con qué directores se siente afín? -Me interesa mucho el cine francés, de Bertrand Tavernier hasta Robert Gueguidian, y también un cine inglés, como el de Ken Loach. Eso en lo que se refiere a lo actual. En cuanto a la formación y al pasado, puedo hablar de los directores que he amado. Y ante todo tengo que mencionarle el célebre cuarteto italiano De Sica, Rossellini, Visconti y Antonioni, y por encima de todo Bergman, y entre los franceses Truffaut, Malle y Melville con su policiales. En cambio, no creo haber recibido ningún impacto especial del cine norteamericano, salvo la pasión por los actores, y ellos tienen los mejores actores. Mis películas son obras de actores, donde los intérpretes hablan mucho. -¿Y el cine argentino? -En Italia no es fácil verlo. Creo que en España se ve más pero de todas maneras trató de ver cuando regreso a la Argentina. Mi impresión es que hay un buen cine medio, con grandes actores, que me parece son lo mejor. A pesar de que hoy las historias están mejor elaboradas que en el pasado, siempre queda un poco miedo. -¿Miedo a qué? -No es un miedo político. Es un miedo a no complacer al público, a ser impopular. Lógicamente, hay excepciones, pero la general es el temor a poner en crisis las instituciones, por ejemplo, la familia. Yo no sé si en la realidad es tan así o si no hay una cuota de hipocresía en eso de representar una realidad ideal. Lo que pasó en los últimos 30 años ha barrido con tantos buenos sentimientos en los que se creían. Y el cine argentino sigue rindiendo homenaje a los buenos sentimientos. En Italia a eso lo llaman el "buenismo" y es algo que me da fastidio, pero, obviamente, es una apreciación subjetiva. En el buenismo está el deseo de gustarle a la gente, porque la sociedad argentina quiere pensar que es buena, mientras que la sociedad europea no piensa de sí misma que es buena y tampoco le importa. -El encuentro donde se exhibirá su película se presenta como "nuevo cine italiano", ¿existe algo así o es sólo un eslogan? -Existe una gran producción, pero no hay una sola búsqueda estética que pudiese dar origen a un movimiento. Por suerte, hay una gran diversidad. -¿El cine de las mujeres es diferente? -Las mujeres hacen películas que son distintas, ni la una a la otra y tampoco tienen una gran preocupación por lo que dirán los otros, o por la carrera como directora. En Italia, cada una de las mujeres directoras tiene una mirada distinta sobre la realidad, y no habla de ser sincera o no, sino de ser auténtica. La película de Lucrecia Martel, "La ciénaga", rompe con todo lo que yo decía del cine argentino. No le interesan los buenos sentimientos y se anima, aunque es una ópera prima y le falta progresión.
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