Año CXXXIV
 Nº 49.227
Rosario,
domingo  02 de
septiembre de 2001
Min 8º
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Central Córdoba ganó gracias a Gallego junior
Venció a Los Andes 2 a 1 de visitante

Gustavo Yarroch

Ricardo Palma, ese viejo artesano de resultados valiosos, salió disparado a abrazarlo apenas terminó el partido. Jeremías Gallego, el hijo del Tolo, la figura de la cancha justo el día de su debut en primera, mostraba la sonrisa más grande del mundo y recibía uno a uno los efusivos saludos de todos sus compañeros. Era entendible: sus manos y sus voladas habían sido decisivas para que Córdoba pisara fuerte ante un rival difícil, complicado de verdad.
¿Que tuvo responsabilidad en el empate de Los Andes? Es cierto, porque el cabezazo de Diego Graieb se le escurrió de las manos antes de que Ricardo Silva la empujara al gol. Quizás lo traicionaron los nervios lógicos del estreno, acaso le jugó una mala pasada el terreno resbaladizo. A esta altura, eso poco importa. Lo que realmente cuenta es que Gallego junior tapó cuatro pelotas por demás venenosas, de esas que son determinantes para decidir el rumbo de un partido.
La más espectacular fue aquel tiro libre de Saboredo que alcanzó a manotear con lo justo antes de que la pelota pegara en el palo, allá por los 22 minutos del segundo tiempo, cuando los charrúas ya estaban 2 a 1 arriba. Claro que, además de las respuestas ofrecidas por su arquero, Córdoba se valió de otros elementos no menos importantes para atrapar sus primeros tres puntos en el torneo: su efectividad en el arco contario, su inquebrantable solidaridad colectiva y esa invalorable cuota de azar que hizo que los palos le hicieran un guiño cómplice en dos oportunidades.
El golazo de tiro libre de Aira, allá por los 28' del primer tiempo, le permitió a Córdoba asentarse en el campo. Porque al principio, entre el empuje de Los Andes y ese viento furioso que favoreció a los locales, pasó más de un sofocón. Sin embargo, cuando todo parecía indicar que se iría al descanso con la tranquilidad del 1 a 0, llegó aquel desliz de Gallego y la atropellada de Silva para emparejar la chapa.
Los Andes salió ansioso al segundo tiempo, como queriendo resolver el pleito a las apuradas. Mucho más relajado y atento, Córdoba lo esperó en su campo y, cuando pudo, le clavó la estocada. Centro de Santa Cruz y tiro cruzado de Iuvalé para tener bien presente que evitar el descenso será una misión complicada pero no imposible.
Después, Palma mandó a la cancha a Melli y su equipo quedó con cinco defensores. Sobre el cierre, Uranga se perdió el tercero luego de eludir al arquero rival. Nada cambió. Consciente de la humildad de su equipo, el Gordo apeló al utilitarismo que se le reconoce. No es la primera vez que le sale bien. Seguramente tampoco será la última.



Silva la busca, Aira queda mirando y Emmert lo obstruye.
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